En Corazón y ciencia encontramos de nuevo el placer de la lectura de los clásicos, dentro de una historia de tintes románticos, peculiar y polémica gracias al punto de vista crítico del autor.
Corazón y ciencia
Wilkie
Collins forma parte de esa generación decimonónica de escritores
británicos vocacionales, que son referentes de una literatura seguida
con devoción por innumerables lectores hasta nuestros días. Collins fue
coetáneo y gran amigo de Dickens y al igual que el autor de Grandes
Esperanzas, conoció el éxito durante su carrera literaria. La Piedra
Lunar es quizás su obra más conocida, una excelente novela policíaca
precursora del género. Tuvo más éxitos, como La Dama de Blanco, pero al
final de su carrera sufrió un declive, dicen que debido a su adicción al
opio
Ciencia y
Corazón pertenece a esta última etapa y está considerada como una novela
menor. Se trata de una historia con un arranque atractivo que va
perdiendo interés según avanza el argumento, pero que sin embargo no
está exenta de encanto. Bajo la manida trama de un amor explosivo y
romántico entorpecido por varios obstáculos, van desfilando personajes
curiosos, muchos de ellos estereotipos usados como blanco de las
críticas de Collins. La ciencia citada en el título no resulta bien
parada en la novela, y encuentra su máximo exponente crítico con la
figura del enigmático, repulsivo e inquietante Doctor Benjulia.
La
vivisección, practicada por el siniestro personaje, es el epicentro de
la crítica en la que se basa todo el relato construido por Collins. Pero
Benjulia no es el único personaje vilipendiado en la obra, también la
señora Gallilee, mecenas de científicos, atesora un buen puñado de
defectos expuestos con crudeza y afán aleccionador. Sólo el personaje de
Ovid, en el que confluyen nobleza y el ejercicio vocacional y
responsable de la profesión médica, parece escapar de la afilada mirada
de Collins respecto a los hombres de ciencia. La edición de Funambulista
vuelve a ser impecable en cuanto a la presentación del volumen en tapa
dura, excelente papel, y una esmerada maquetación, que contrasta con
algún que otro despiste en la corrección de la traducción. En Corazón y ciencia encontramos de nuevo el placer de la lectura de los clásicos,
dentro de una historia de tintes románticos, peculiar y polémica gracias
al punto de vista crítico del autor.
Daniel Vega
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