Loreto Urraca saca a la luz la figura de Pedro Urraca, policía que delató a exiliados republicanos en Francia y colaboró con la Gestapo, en el libro Entre hienas (Diario Información)

En la obra constata la implicación de Franco en la II Guerra Mundial.
Descubrir que tu abuelo fue un personaje clave en la persecución de republicanos exiliados en Francia, colaborador de la Gestapo y, tal vez, responsable de la caída de la cúpula de la Resistencia francesa, no es un plato fácil de digerir. A esa realidad se enfrentó Loreto Urraca, trabajadora en la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea en Alicante (EUIPO), cuando conoció la historia de su abuelo. Pero tragó saliva, respiró profundo y se puso de cara a la Historia para afrontar con todas sus consecuencias ese pasado. El suyo y el de todos, porque al mismo tiempo indagó en la colaboración del franquismo con los nazis y el régimen de Vichy, que fue más profunda de lo que conocemos.
Lo hizo a través de folios en blanco sobre los que escribió Entre hienas, novela, no histórica sino más bien docuficción, en la que cuenta la vida de Pedro Urraca y el contexto histórico en el que vivió, al que conoció poco en vida, pero al que ha descubierto después de muchos meses de investigar, leer informes y buscar documentos.
Un azote en la cara, que le produjo «rabia y vergüenza», pero también una terapia que, asegura, necesitaba. «Cuando descubres que tienes un héroe en la familia o alguien que ha hecho algo bueno te enorgulleces, pero cuando descubres todo lo contrario es difícil de asumir», destaca esta licenciada en Filología Hispánica.
Se «tropezó» con su abuelo en 2008 en un artículo de prensa sobre una tesis doctoral que hablaba de «el cazador de rojos», un policía que trabajaba en Francia para el régimen franquista. Su nombre era Pedro Urraca, un apellido poco habitual, así que lo identificó de inmediato. Lo conoció cuando tenía 18 años, a la vez que a su padre y a su abuela, «todo en el mismo paquete», dice. Sabía que había vivido en Francia y en Bélgica y entonces regresaba a España. Luego descubrió que este policía franquista fue condenado a muerte por rebeldía en Francia en 1948 y que huyó a Bélgica, donde siguió trabajando para el Estado hasta 1982.

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