No diré que La fórmula preferida del profesor, la novela seleccionada para Japón, me haya hecho replantearme todo aquello y esté pensando ahora en volver a estudiar para rodearme de fórmulas y números. No creo que ningún libro pueda conseguir semejante despropósito. Pero no miento si digo que, gracias a esta obra de Yōko Ogawa, me apetece aprender mucho más sobre la belleza intrínseca de las matemáticas.

La fórmula preferida del profesor cuenta la historia de una madre soltera -narradora del libro- que entra a trabajar como asistenta en casa de un anciano profesor de matemáticas muy peculiar: debido a un accidente de tráfico años atrás, su memoria solo dura ochenta minutos. Esto hace que viva rodeado de papelitos donde apunta lo que hace, lo que es, lo que quiere, lo que piensa, para poder acordarse en cualquier momento posterior a ochenta minutos más tarde. Desde el principio de la novela, Ogawa usa un registro directo y despojado de filigranas adjetivales pero al mismo tiempo cercano al melodrama.
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