8ª reseña de la lectura conjunta
A través de los números y de las matemáticas se establece una entrañable relación triangular entre un anciano y desvalido profesor de matemáticas, una joven asistenta y madre soltera que se ocupa de él, y el hijo de ésta de 10 años de edad, a quien el profesor le puso el nombre de Root (Raíz cuadrada).
El profesor sufrió un accidente de tráfico en el año 75. A causa del mismo su memoria se detuvo en ese instante, y la reciente solo abarca 80 minutos. No puede hacer acopio de nuevos recuerdos, ya que conforme pasan esos 80 minutos todos desaparecen. Se ayuda con montones de notas que lleva sujetas con imperdibles en su chaqueta.
El profesor permite a la asistenta que lleve a su hijo con ella al trabajo y cuando le conoce, le recibe con los brazos abiertos, le trata con exquisita ternura, siente hacia él un gran afecto, sentimientos que, de inmediato, son correspondidos por el crío y también por su madre.
Las matemáticas, son el vehículo de que sirve para comunicarse y a través de los números surge una muy especial relación entre todos ellos. Cuando estudio en la habitación del profesor es como si me hubiera vuelto más inteligente.
Fueron muchas las enseñanzas que recibieron del profesor, relata la asistenta sin embargo, por mucho que enumere estas cosas y otras más, no guardan proporción alguna con la intensidad de las horas que pasamos con él.
La autora
Personalmente he disfrutado mucho con esta
lectura. Puedo decir que me ha hecho apreciar la belleza de los
números, me he embelesado buscando números primos, números amigos,
números deficientes, jugando con los números triangulares, (números
elegantes para el profesor)…. y buscando soluciones a los problemas
que el profesor ponía a Root y a la asistenta.
Muchos detalles me parecieron especialmente bonitos, así la ternura
del profesor hacia Root, hacia la infancia, la forma de protegerle, de
cuidarle, su modo de mostrar agradecimiento pudimos sentir que estábamos recibiendo algo más de lo que habíamos ofrecido,
otros curiosos, como la fiesta que celebran en Japón el 7 de julio
(nuestro San Fermín), donde adornan los árboles de bambú con papelines
de colores que llevan escritos deseos o poemas…. Creo que en mi próxima
navidad con árbol, al puro estilo y tradición japonesa, sustituiré el
espumillón y las bolas por un montón de buenos deseos escritos y algún
que otro poema…LEER MÁS en el blog de Isi
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