10ª reseña en el blog Mis lecturas y más cositas
La fórmula preferida del profesor de Yoko Ogawa
Nos encontramos en este libro con la historia de un anciano profesor de
matemáticas, de una joven madre soltera que trabaja de asistenta en su
casa y de su hijo de diez años. Un profesor que tiene una triste razón
para permanecer aislado del mundo que le rodea. Para vivir y permanecer
siempre dentro de los muros de su casa.
Profesor de deslumbrante inteligencia y con una prometedora carrera, en
1975 sufrió un trágico accidente de coche. Y su cerebro fue el que se
llevó la peor parte. Desde ese momento, su memoria sólo retiene los
últimos 80 minutos. Los 80 minutos y toda su vida hasta antes de de ese
accidente. No hay nada más. Así que el mundo siempre le resulta extraño.
Para sobrellevarlo mejor siempre lleva notas cosidas a su ropa. Notas
que le explican quién es quién a su alrededor. Así reconoce a la mujer
que todos los días va a limpiar su casa. Y al hijo de ésta, que se cuela
en su casa, y que ve en el profesor lo más parecido a una figura
paterna.
Y es la asistenta quien nos cuenta esta historia. Quien recuerda este
período tan especial en su vida. Porque fue una relación intensa la que
estos tres personajes tuvieron. Por un tiempo fueron una familia,
atípica, pero familia. Porque esos son los sentimientos de los que nos
habla esta novela. Cada uno de ellos rellenaba un espacio de soledad que
tenía el otro, un espacio que necesitaban que fuera ocupado. Para el
profesor, la asistenta y su hijo, se convierten en lo más cercano a una
familia que ha tenido en los últimos años, el único nexo que lo unía al
mundo actual. Para el niño, el profesor es lo más cercano a un padre que
ha tenido. Y es que esta figura en su vida siempre ha estado ausente. Y
para la asistenta, el profesor supone el apoyo que necesitaba para
cuidar a su hijo. Y además, es la primera persona que tiene en cuenta su
opinión, que le pregunta, que le estimula. Su autoestima crece junto al
profesor. Y al mismo tiempo, admira al profesor mucho, por su
inteligencia, por su conocimiento, por su debilidad... Porque el
profesor ha perdido la memoria, que no la inteligencia. Y se sirve de
las matemáticas en todo momento para explicar el mundo que le rodea,
para dar todo tipo de respuestas. En este sentido, preciosa es la escena
en que el profesor hace uso de la fórmula de Euler,
fórmula que ni conocía ni hace falta comprender. Y es que el simbolismo
de este hecho es inmenso. El profesor la usa, a modo de rebeldía, ante
una situación injusta, ante una situación que vuelve a condenar a cada
uno de ellos a la soledad.
Comentarios