Narcís Oller. “La locura”
Narcís Oller. “La locura”
El estigmaPara alguien como yo que se ha pasado la primera juventud leyendo a Galdós y a Baroja descubrir a Narcís Oller es una agradable sorpresa.
“La locura” puede formar parte de dos de los ismos literarios del siglo XIX: realismo y naturalismo; pero Oller, noucentista y vanguardista con D’Ors; escribe ya en 1898 esta novela que es técnicamente novedosa al estar narrada en primera persona del singular e integra en la narración a la filosofía, el positivismo, la medicina, el determinismo y la antropología; y además hace un análisis y un retrato psicológico de la sociedad española de la época.
La novela narra el descenso progresivo de un hombre que pasa de ser lunático, reservado, de unas inconsecuencias de carácter inexplicables a la enajenación absoluta. Golpes del destino que le harán tropezar y caer estafado, burlado, escarnecido, levantarse mal herido una y otra vez hasta que reciba el último y acabe cayendo definitivamente en el delirio, las alucinaciones y la demencia. Pero esta novela no es sólo un excelente folletín de época que tiene la virtud de no caer nunca en el amaneramiento. Retrato de la burguesía rural emigrante en la ciudad, del enfrentamiento político entre liberales y carlistas; y, sobre todo, tragicomedia de trapos sucios familiares, historia común de esta vieja humanidad que hoy ha evolucionado y degenerado en programas de televisión sin buena literatura ni buena educación. Es la presentación de esa enfermedad en la sociedad del siglo XIX: “El loco pasea su manía entre la masa sin que nadie se dé cuenta. Mientras no se le pronuncien de una manera aguda los delirios, la masa tan sólo lo tilda de tipo original, de neurótico, de extravagante, de chalado en el sentido atenuante de la palabra”. Y estaban los que, tomándoselo a broma, se divertían a su costa. Reírse en lugar de sentir compasión. Y está la triste certeza de que la locura era una enfermedad para la que entonces no existía un diagnóstico preciso ni una cura específica. Enfermedad a la que se la denominaba neurastenia, vesania hereditaria producto del atavismo. De padre loco hijos locos.
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