Deliciosa reseña sobre "Amarga luz" en analisisdigital.com

Desde la primera página del libro presentado por la Editorial Funambulista, Amarga luz, la autora, Marga Clark, me recuerda a Valle-Inclán. Me lo recuerda en esa explicación de que está escribiendo una novela basada en sus recuerdos, y que al fin y al cabo, nadie puede saber a ciencia cierta si sus recuerdos son reales o están matizados por los deseos y los sentimientos. De hecho, a la hora de la verdad, yo apostaría por lo segundo.

En la página 68, Valle-Inclán aparece explícitamente como uno de esos fantasmas que se convierten en motivo recurrente en la obra. Está claro que al igual que hiciera él en su segunda época, instado por Ortega y Gasset a poner las entrañas en su obra y dejarse de princesas, Marga Clark pone toda la carne en el asador, regalándonos una novela que nos encogerá el corazón, una novela que nos hará sentir muy fuerte a poco que tengamos corazón.

Confieso que me he encontrado muy identificado con Marga Clark, ya que si ella tiene una tía Marga a la que nunca conoció, y a la que debe el nombre, yo también tengo un tío Adolfo al que tampoco conocí, que me atrae de la misma manera, y evidentemente, a él debo mi nombre, aunque mi tío, Adolfo Gómez de Mercado, muriera en un accidente.

Por eso he leído su obra con curiosidad, y hasta con los pelos de punta, al verme reflejado en esos sentimientos, en esa pasión por el pasado. Desde luego, a la hora de optar por una estética, yo apuesto por la del pasado que se va, a la de la vanguardia que viene. Generalmente, son los que apuestan por el futuro los que pasan a los libros de literatura, pero Valle-Inclán también apostó por un Modernismo retro y todos lo conocemos. LEER MÁS

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