Los científicos recomiendan libros: 'La fórmula preferida del profesor', matemáticas que emocionan
Manuel de León (Requejo-Zamora, 1953) se declara fan de la
escritora japonesa Yoko Ogawa. "Tengo y he leído todos sus libros
publicados en español". De entre ellos, el matemático escoge La fórmula preferida del profesor,
la historia de una asistenta y su hijo en casa de un viejo profesor
que, por un accidente, ha perdido la autonomía de su memoria excepto
para su disciplina: las matemáticas. El libro ha sido un fenómeno social
en Japón, con millones de ejemplares vendidos, una película y un cómic.
Comenzaré confesando que desde mi niñez soy un lector empedernido, lo que me obliga a compartir la literatura con mi otra pasión, las matemáticas. Cuando en una de mis frecuentes incursiones en las librerías cayó en mis manos La fórmula preferida del profesor, pude compaginar mis dos aficiones de una manera que en muy pocas ocasiones he podido disfrutar. No parece que haya sido el único, porque el libro, éxito editorial en Japón, lleva una excelente trayectoria en España, con ya trece ediciones.
La novela narra la historia de un profesor de matemáticas que, tras un accidente, ha perdido la autonomía de su memoria excepto en lo que se refiere a las matemáticas que cultivaba en su vida profesional. Como un moderno Sísifo, debe colocarse en su americana notas para recordar lo que va continuamente olvidando. Su vida se cruza con dos nuevos personajes: su asistenta y el hijo de esta, al que el profesor llama Root “porque su coronilla era tan plana como el signo de la raíz cuadrada”.
Root, tras el colegio, va a casa del profesor donde espera que su madre termine el trabajo diario. El profesor comienza a ayudar a Root en la elaboración de sus deberes escolares y, mezclando el béisbol con las matemáticas, va consiguiendo trasmitirles tanto al niño como a su madre el amor por las matemáticas, planteando cuestiones que la asistenta se afana en intentar resolver, para lo que acude incluso a las bibliotecas.
Sirva este párrafo para apreciar algunas de las enseñanzas del profesor:
Mira qué maravillosa sucesión de números. La suma de los divisores del 220 es igual a 284. Y la de los divisores de 284, igual a 220. Son números amigos. Son una combinación muy infrecuente, sabes. Fermat o Descartes solo lograron descubrir un par, cada uno de ellos. ¿No te parece hermoso? ¡Que la fecha de tu cumpleaños y el número grabado en mi reloj de pulsera estén unidos por un lazo tan maravilloso…!
La fórmula preferida del profesor lo es también de muchos matemáticos, y es la llamada identidad de Euler, considerada una cima de belleza matemática al integrar los números más interesantes en la disciplina, como el número e, base del crecimiento; el número π, que relaciona la longitud de una circunferencia con su radio; y la unidad imaginaria i, que da lugar a los números complejos, todos ellos reunidos en la fantástica relación e^(iπ) + 1 = 0. Esa relación entre las matemáticas y la belleza, tan apreciada por los matemáticos, es una constante a lo largo de la novela.
No son muchas las novelas que tengan como personajes a matemáticos, y menos las que tienen a la propia ciencia matemática como protagonista. Esta es una de ellas y les aseguro que no deben dejar pasar la ocasión de leerla. Descubrirán que es una parte fundamental de nuestra vida.
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Comenzaré confesando que desde mi niñez soy un lector empedernido, lo que me obliga a compartir la literatura con mi otra pasión, las matemáticas. Cuando en una de mis frecuentes incursiones en las librerías cayó en mis manos La fórmula preferida del profesor, pude compaginar mis dos aficiones de una manera que en muy pocas ocasiones he podido disfrutar. No parece que haya sido el único, porque el libro, éxito editorial en Japón, lleva una excelente trayectoria en España, con ya trece ediciones.
La novela narra la historia de un profesor de matemáticas que, tras un accidente, ha perdido la autonomía de su memoria excepto en lo que se refiere a las matemáticas que cultivaba en su vida profesional. Como un moderno Sísifo, debe colocarse en su americana notas para recordar lo que va continuamente olvidando. Su vida se cruza con dos nuevos personajes: su asistenta y el hijo de esta, al que el profesor llama Root “porque su coronilla era tan plana como el signo de la raíz cuadrada”.
Root, tras el colegio, va a casa del profesor donde espera que su madre termine el trabajo diario. El profesor comienza a ayudar a Root en la elaboración de sus deberes escolares y, mezclando el béisbol con las matemáticas, va consiguiendo trasmitirles tanto al niño como a su madre el amor por las matemáticas, planteando cuestiones que la asistenta se afana en intentar resolver, para lo que acude incluso a las bibliotecas.
Sirva este párrafo para apreciar algunas de las enseñanzas del profesor:
Mira qué maravillosa sucesión de números. La suma de los divisores del 220 es igual a 284. Y la de los divisores de 284, igual a 220. Son números amigos. Son una combinación muy infrecuente, sabes. Fermat o Descartes solo lograron descubrir un par, cada uno de ellos. ¿No te parece hermoso? ¡Que la fecha de tu cumpleaños y el número grabado en mi reloj de pulsera estén unidos por un lazo tan maravilloso…!
La fórmula preferida del profesor lo es también de muchos matemáticos, y es la llamada identidad de Euler, considerada una cima de belleza matemática al integrar los números más interesantes en la disciplina, como el número e, base del crecimiento; el número π, que relaciona la longitud de una circunferencia con su radio; y la unidad imaginaria i, que da lugar a los números complejos, todos ellos reunidos en la fantástica relación e^(iπ) + 1 = 0. Esa relación entre las matemáticas y la belleza, tan apreciada por los matemáticos, es una constante a lo largo de la novela.
No son muchas las novelas que tengan como personajes a matemáticos, y menos las que tienen a la propia ciencia matemática como protagonista. Esta es una de ellas y les aseguro que no deben dejar pasar la ocasión de leerla. Descubrirán que es una parte fundamental de nuestra vida.
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