Artículo de Rosa Montero sobre "Alehop", novela de José Antonio Fortuny, en El País
Hablando del dolor
El ser humano lo ha intentado todo contra el Mal y el sufrimiento. Las novelas —entre ellas, las últimas de José Antonio Fortuny y de Adolfo García Ortega— no los vencen (son invencibles), pero consuelan el espanto
He aquí dos maneras de luchar contra el sufrimiento por parte de dos escritores muy distintos. El primero es José Antonio Fortuny, un menorquín de 40 años que ya lleva demasiados postrado en una silla de ruedas porque padece una atrofia muscular espinal, una de esas crueles enfermedades degenerativas que te van paralizando poco a poco hasta perderlo todo. Es decir, hasta perder todo tu cuerpo, todos tus movimientos. Sin embargo, por debajo de esta prisión carnal José Antonio sigue entero, intacto, irredento. Hace ocho años escribió un libro sobrecogedor, Diálogos con Áxel, publicado primero en Ediciones de la Tempestad y después en Círculo de Lectores, en el que contaba su propia historia con una prosa admirable, sin eufemismos y sin autocompasión. Un potente relato sobre su largo viaje a las más remotas regiones de la vida. Desde entonces hasta hoy su condición física ha empeorado, pero como persona ha seguido creciendo. La prueba es el libro que acaba de publicar, Alehop, su primera novela, una increíble farsa burlesca sobre la ferocidad con que esta sociedad tritura a la gente más desamparada. El fondo de la historia es aterrador y habla de un sufrimiento que sin duda José Antonio conoce muy bien; pero la forma es desternillante, aunque las carcajadas te dejen en la boca un escozor de herida, como si te hubieran abierto la sonrisa con el filo de una cuchilla. Esta comedia negrísima me recuerda al mejor Almodóvar; tiene esa grotesca hondura que tenía la genial ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Y lo que más me admira de Fortuny es su sabiduría como narrador: cómo ha conseguido alejarse tanto del dolor propio para así ser capaz de hablar del dolor de todos desde tan cerca.
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