Trivium (Editorial
Funambulista, 2010), reúne la poesía que Enrique Badosa ha escrito
entre 1956 y 2010 haciendo manifiesto homenaje a uno de los poetas
españoles más lúcidos y brillantes de la generación de los años 50. La
rica biografía de un hombre que, como revela Joaquín Marco en un
pormenorizado postfacio, dice carecer de biografía.
La edición de Trivium constituye
un verdadero acontecimiento editorial no sólo por el esfuerzo en la
publicación de un libro de poesía de este volumen -casi 1.200 páginas-
en tiempos de crisis económica, sino por lo que tiene hoy de
reivindicación de una obra poética mayor. Una obra sólida que se inicia
con
Más allá del viento, libro que pone de manifiesto una
singular sensibilidad para revelar el latido humano en la naturaleza y
demás cosas del mundo, y ese sentimiento de desconcierto existencial que
busca sostén en una religiosidad diáfana en la que se oyen ecos de la
tradición mística española del siglo XVI. Es sobre esta sutil materia
que Enrique Badosa levanta su edificio de tiempo y esperanza -
El roce de las horas que nos llagan la frente, / abrirá cauces vivos para la flor ausente - a modo de refugio frente a la ineludible contingencia del silencio ante el cual opone su
Canto de las cinco estaciones. Un canto cuya secuencia culmina con esa «estación ausente» que se solapa -
¿Quién regará los campos que ayer abandonabas? - tras
el ciclo natural de la vida. No es superfluo acotar aquí que los
cimientos de la casa de Badosa se hunden en el sustrato romance y
clásico greco-romano, de aquí el cultivo de silvas, epigramas y sonetos,
para configurar una cartografía existencial y poética única, una
exploración geográfica y espiritual recogida en sus cuadernos de viaje y
que alcanza un punto poético culminante en el bellísimo
Mapa de Grecia, donde dice de Esparta que
De noche, hasta en verano bajan fríos, / los aires del Taigeto..., y en el no menos bello
Cuaderno de Teotihuacán, de cuya
Pirámide de las inscripciones dice:
Con
sol de amanecer lavo mis ojos, / me desnudo y me amparo / en la
penumbra azul de agua y de piedra, / siento cercanas todas las palabras /
de la serenidad, / y nunca más he de volver a ver / mi rostro en un
espejo de serpientes. LEER MÁS
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