"La leyenda de una casa solariega", de Selma Lagerlöf, en Libros.com

Muchos conocemos a Lagerlöf y a Suecia de nuestras lecturas adolescentes o infantiles, en las que viajamos con Nils Holgersson. Al menos, la generación anterior a Pippi Långstrump. La escritora sueca llevó, de la mano de sus cuentos, la cultura sueca a todo el mundo.
El clima de esta novela, que en realidad es un cuento largo, está plagado de magia, encantamiento, de seres fantasmagóricos, situaciones que entran de lleno en lo legendario y en la fantasía. El mundo de las sagas y las leyendas nórdicas aflora, incluso recuerda en algunos momentos a algunos cuentos de Gógol. Pero, asimismo, Lagerlöf introduce elementos autobiográficos en esta obra, anticipando sus deseos, que más tarde verá cumplidos, como fue la recuperación de su propia casa natal en Mårbacka.
La trama es una mezcla de la Bella y la Bestia, de Orfeo y Eurídice, Eros y Psique: el personaje masculino, el estudiante Gunnar Hede enloquece por diversas razones, abandona su posición social y se dedica a vagabundear por los pueblos como vendedor ambulante, siempre unido a su violín y a la música, que le tranquiliza y emociona. Ingrid Berg es el otro polo de la narración: una niña adoptada, no querida y  marginada, una cenicienta, que está a punto de pasar al mundo de los muertos pero el loco Gunnar la salva casualmente. Ambos se habían conocido mucho tiempo atrás, cuando ella aún era muy pequeña y acompañaba a unos músicos callejeros, y Gunnar tocaba constantemente su violín mientras estudiaba. Se establece una corriente entre ellos, amistosa/amorosa, que les atrae y es determinante en las vidas de ambos, por encima de los convencionalismos y los miedos, el amor y el odio. La vuelta a la vida de Ingrid, retrotrae al paso por el Hades de Psique. El simbolismo de sus ojos, la fuerza que ejercen sobre Hede, es como la fuerza que ejerce la música, que reactiva la memoria del pobre loco.
La narración va girando sobre la relación del loco y la marginada, que vuelve a la vida y liga su futuro a aquel ser que oscila entre la realidad y la ficción. El amor, la amistad, la relación del arte con la locura, la capacidad salvífica del amor y de la música…todo esto constituye el fondo de este cuento nórdico, que se mueve entre brumas, paisajes nevados y seres legendarios, como la Señora de la Pena, que donde más a gusto se siente es en los tristes hogares donde no se celebra la Navidad, donde no hay alegría y nadie sonríe. Llena de parábolas y de mensajes entre líneas, La leyenda de una casa solariega es un cuento para reflexionar.

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