Sosa transparente (artículo de Miquel Escudero en El Correo del 28 de junio)
Francisco
Sosa Wagner, catedrático de Derecho Administrativo y jurista
distinguido, acaba de publicar un libro sobre su experiencia como
europarlamentario: ‘Memorias europeas’ (Ed. Funambulista). En más de
setecientas páginas hace transparente su agenda de reuniones y
entrevistas, encuentros y viajes; todo referido, semana tras semana. Ha
querido mostrar la cotidianidad de un representante político. Sin
solemnidades, confía en este libro suyo «para que las generaciones
venideras conozcan cómo se toman los acuerdos en las instituciones
europeas y cuál es el poder de los ‘grupos de presión’ y cómo se las
gastan». Sosa Wagner es un intelectual con inquietud por la cosa pública
y, como corresponde, es irónico y algo escéptico. Estuvo en el partido
de Tierno Galván y hace siete años aceptó el ofrecimiento de Rosa Díez
de encabezar la lista de UPyD para el Parlamento Europeo, y a los pocos
meses obtuvo un escaño. ¿Cuál es el papel que el Parlamento Europeo
tendría que jugar? Sosa parte de que en los últimos cincuenta años se
han logrado objetivos que parecían inalcanzables, su visión tiene un
fuerte componente poético y recalca que debe ser «el Palacio de la
quimera y de los sueños».
Comparte
con Fernando Savater la idea de que, en democracia, «quien más se
parece al político corrupto es el ciudadano que le vota». Hay que
alertar del vicio de achacar todas las culpas a los demás. Cuando se
afirma que la democracia española es un sistema que está agarrotado y
esclerótico, hay que ver lo que se puede hacer para reformarla. Se hace
imprescindible mover a la ciudadanía a tomar conciencia de sus
posibilidades y, que intervenga en la regeneración pública. Pero sin
trampas manipuladoras: «Dar demasiada importancia a las manifestaciones y
recontar hasta la extenuación sus participantes es lo propio de la
democracia ‘por aclamación’ que patrocinaba Carl Schmitt», un jurista
del régimen nazi que rechazaba el voto secreto porque, decía, transforma
a los ciudadanos en ‘sujetos aislados’ y así no es ‘enteramente
democrático’. Un cinismo sin límite. Se trata de no ser considerados
siquiera personas, sino integrantes de un rebaño.
Con
naturalidad y sin pedantería, Sosa Wagner nos comunica su afición por
visitar librerías y museos, por asistir a conciertos. Nos da cuenta de
sus libros recién comprados o de sus amplias y variadas lecturas.
Comparte con nosotros sus reflexiones y conversaciones. Como buen
profesor está lejos del exhibicionismo y fomenta el contagio de la
libertad: entusiasmo y sentido crítico. Por los pasillos del consejo de
Europa o de un aeropuerto, acaso en un restaurante, localizaremos con él
a múltiples políticos. Entre los españoles: Mayor Oreja (sorprendentes
retrasos), López Aguilar (exagerado afán de protagonismo). Asoman
también sus amigos Willy Meyer y Alejo Vidal-Quadras, o la inefable
Magdalena Álvarez y Raimon Obiols, a quien tilda como «el tipo más
aburrido de la Unión Europea» y «el cadáver mejor conservado del
Parlamento».
«La
vida -dirá Sosa en un rincón de estas páginas- no es más que el arte de
administrar las contradicciones». Así sólo las últimas ochenta páginas
responden al subtítulo del libro: ‘Mi traición a UPyD’. En ellas da
cuenta de su desencuentro con Rosa Díez, «todo lo que le sobra de
autoritarismo le falta de conocimientos». Partidario de desarrollar en
serio estudios de los problemas sociales y económicos, en busca de
soluciones viables, propuso aunar esfuerzos con C’s. Fue rechazado con
suma dureza, dimitió, y se retiró. Pero luego hubo conversaciones entre
ambas formaciones. Ahora recuerda como pesadilla los malos modos de
Gorriarán contra toda disidencia, modelo de estalinista. Sosa concluye
con un consejo a sus buenos amigos de C’s: «en mi condición de viejo y
de haber vivido la disolución del PSP de Tierno en el PSOE: los
afiliados de UPyD que deseen integrarse en las filas de C’s deberán
hacerlo uno a uno y superando un minucioso expediente de
‘desgorriarización’». ME
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