Estudios sobre el bien y el mal (Crítica de “La piscina”, de Yoko Ogawa, Diario de Toledo))

"La piscina"
Autora: Yoko Ogawa.
Editorial Funambulista
Madrid, 2012. 9'50 euros
Según la contraportada de La piscina, Yoko Ogawa es la autora más leída en Japón. Después de publicar éxitos como "La fórmula preferida del profesor" —también editada en España por Funambulista—, recientemente llegó a nuestro país esta novela corta —o relato largo, pues sería difícil de encuadrar en alguno de los dos géneros—, en que se narra la historia de Aya, hija única adolescente de un matrimonio entregado en cuerpo y alma a la gestión de un orfanato —el Hogar Hikari, en español, La Casa de la Luz—, y su peculiar relación con Jun, interno del orfanato que compite en salto de trampolín, y al que Aya acude a espiar a diario desde las gradas de la piscina.
La vida de Aya transcurre como la de cualquier interno del orfanato: duerme en la misma habitación que su compañera Reiko, come junto al resto de internos y comparte las tareas comunales del Hogar Hikari. Sin embargo, Aya no es feliz. Tiene dos padres que la atienden, pero se considera abandonada, huérfana. Al mismo tiempo, envidia a los internos y desea tener unos padres que no puedan encargarse de ella. Vive la paradoja de ser hija única, de cohabitar con una gran familia y, a la vez, de sentirse sola. Su único aliciente es espiar a Jun y ver como su cuerpo "frío y elegante como una estatua de bronce" entra y sale del agua después de un impecable salto de trampolín. Aya, sobra decirlo, está enamorada de Jun.
Más allá de su sencillo argumento, el interés de La piscina reside principalmente en tres aspectos. El primero es la sutil descripción de sentimientos que realiza la protagonista —a la sazón narradora de la historia—, lo que, por otra parte, puede resultar a ratos inverosímil, dado que el relato está contado en primera persona por una adolescente temprana. También es reseñable su estilo, dotado de tenue pero firme tensión, y en el que a menudo se hilvanan acertadas imágenes, como en las escenas de la piscina, donde se metaforiza el ansia de afecto y bondad de la protagonista con las descripciones de los saltos de Jun.

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