'Amarga luz', el libro que revive a la artista Marga Gil


Conocí a la fotógrafa y escritora Marga Clark en la pasada Feria del Libro de Madrid, una calurosa tarde de junio, mientras yo curioseaba en la caseta de El Funambulista y ella saludaba a unos conocidos. Tras una breve charla sobre blogs y mujeres, decidí llevarme a casa su novela Amarga luz, en la que Clark recrea la figura de su tía paterna, la escultora Marga Gil Roësset, (1908-1932), muerta (literalmente) de amor por Juan Ramón Jiménez.

Marga Gil Roësset y su hermano
Julián (padre de Marga Clark).
En este verano de calor y libros, algo de viajes y bastante trabajo, al fin he acabado de leer Amarga luz, el testimonio novelado con el que la Marga del siglo XXI pasea las huellas de la Marga de principios del siglo XX. Narrado en primera persona e ilustrado con fotos del álbum familiar, Marga Clark involucra al lector en el diálogo interior con su enigmática tía.“Yo sólo sabía que era hermana de mi padre, que me llamaban como a ella, y que había muerto muy joven. Sus esculturas se erguían, poderosas y magníficas, arrinconadas en los cuartos de mi casa (…). Desde el primer momento adiviné que el pasado de la tía Marga se hallaba nublado herméticamente por la densa bruma de un destino trágico”, escribe Clark.

'Adán y Eva' (Marga Gil Roësset, 1930).
¿Y quién fue Marga Gil Roësset, más allá de la joven que se suicidó a los 24 años por amor a un poeta, amigo de la familia, a quien quiso platónica pero desesperadamente? Ante todo, Marga Gil Roësset fue una precoz y genial artista que a los 15 años ya dominaba el dibujo y la escultura, a quien sus profesores y los críticos de la época auguraban un gran futuro. Sus esculturas eran dramáticas y desgarradoras, y sus dibujos e ilustraciones parecían salidos de un mundo mágico, pedregoso, siempre desconcertante. Desde muy niña, y junto a su hermana Consuelo, Marga fue autora de varios libros de cuentos, que ambas inventaban y luego Consuelo escribía y ella ilustraba: El niño de oro, Rose des Bois y Canciones de niños y de mamás. Marga hablaba cuatro idiomas, era asidua a los museos y asistía a conciertos de música clásica. 
 
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