Bonita y original la segunda reseña sobre "la fórmula" de la lectura compartida

Yo soy YSDGCE, y quiero manifestar el conocimiento que me ha sido revelado a través de un viejo texto hallado, escrito al inicio del lejano siglo XXI, todavía impreso en papel, cuando ya la tecnología digital de aquella época antigua comenzaba a imponerse sobre los textos escritos, muy lejos todavía, sin embargo, de la técnica de implantes que finalmente sustituyó las anteriores, dejándolas obsoletas.
la-formula-preferida-del-profesor
Quizá sería más justo decir que el texto me eligió a mí, aunque prefiero omitir las circunstancias de su hallazgo para centrarme en sus enseñanzas.
El primer párrafo del texto venció mi inicial resistencia a reconocer, de nuevo, mediante la lectura, después de tanto tiempo de inactividad, los caracteres impresos:
MI HIJO Y YO LE LLAMÁBAMOS PROFESOR. Y el profesor llamaba a mi hijo <>, porque su coronilla era tan plana como el signo de la raíz cuadrada.
- Vaya, vaya. Parece que aquí debajo hay un corazón bastante inteligente.
Me introdujo de lleno en una historia que carece de historia, de principio o desenlace. En cuanto lo terminé olvidé su final. Es igual, lo releeré más veces si es necesario y en cada ocasión lo volveré a olvidar. En esto se reconocen los grandes escritos. Importa el recorrido, importan las emociones que provoca.
De olvidos y recuerdos habla el texto. Qué es lo que queda tras perder, en un momento de tu vida, el resto de tu vida. A partir de un suceso determinado, dejas de recordar lo que sucede a continuación excepto un lapso de tiempo, fijo, invariable, de ochenta minutos. Cada minuto que transcurre hacia delante, perderás un minuto hacia atrás. El resto de tu vida es un paréntesis flotando hacia el futuro.
¿Y qué queda cuando lo pierdes todo? Las emociones: “Parece que aquí debajo hay un corazón bastante inteligente…”. ¿Y cómo lo sabe el profesor, puesto que conoce por primera vez al niño y cada día que vuelve a su casa, será, igualmente, la primera vez que le ve? Porque queda la esencia y las inteligencias se reconocen.
El texto fluye, se lee con interés por saber lo que va a relatar a continuación y, sin embargo, lo que vaya a suceder carece de importancia. Porque lo que cuenta es el proceso. Del mismo modo que cuando entras en un parque lo que importa es disfrutar de las atracciones y no de la hora de salida.
Aparenta ser un libro racional, donde las matemáticas son uno de los elementos cruciales de la narración: se trata de una ilusión. Las matemáticas son un mero accesorio. Carece de importancia tener conocimientos matemáticos, lo que importante es descubrir la belleza de los números, sean estos primos, amigos, antagónicos o bien describan, como las series de Fibonacci, la proporción áurea que gobierna el universo. Importa poco la resolución de una fórmula, un problema o un desafío matemático; lo verdaderamente importante es la belleza del razonamiento, el proceso de imaginar.

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