Marga Gil Roësset, la mujer que buscaba lo absoluto (Granada Hoy)
Se cumple con este libro un sueño que ansiaron el Premio Nobel y más tarde su sobrino, Francisco Hernández-Pinzón. "Este diario fue lo primero que mi padre puso en mis manos", relata Carmen, la hija del segundo y actual representante de los herederos de Juan Ramón Jiménez, que recuerda haber quedado impresionada con la personalidad magnética de esa chica y su dolorosa historia. "¿Cómo puede haber este silencio ante una mujer de esta categoría?", se preguntó entonces, asombrada por "una genialidad tan grande, que hubiese escrito algo tan bonito".
A pesar de morir tan joven, Gil Roësset dejó atrás una obra en la que podía apreciarse su virtuosismo. Zenobia se intrigó cuando accedió a las ilustraciones que Marga había realizado, siendo una niña, para los cuentos de su hermana Consuelo, recogidos en El niño de oro, un tomo que enviaron a la esposa de Juan Ramón Jiménez con una evocadora dedicatoria: "A usted, que no nos conoce pero que ya es nuestra amiga". Marga Clark, sobrina de las Gil Roësset, valora que eran "dibujos de una vida interior, de un dramatismo" impropios de la edad de su autora, rasgos de los que se desprendía que "era una persona especial". En el prólogo que firma para el volumen de la Fundación Lara -que también tiene un texto introductorio de Hernández-Pinzón-, Clark revela que el escultor Victorio Macho decidió no aceptar a la joven artista como alumna para "no interferir con su gran talento creativo. Así siguió Marga, trabajando sola: un arte libre, sin normas, sin grandes influencias, con la mirada hacia adentro para crear su propio estilo, su propia voz", argumenta una especialista que ha descrito la figura de su tía en dos libros anteriores, la novela Amarga luz (Funambulista, 2011) y el poemario El olor de tu nombre (Huerga y Fierro, 2008). Clark confiesa que se sintió "dubitativa" cuando se le propuso colaborar en la publicación de los diarios de su familiar. "Acepté porque es un paso adelante en la reivindicación de la vida y la obra de mi tía. Pero Marga entraba en casa de Juan Ramón Jiménez por segunda vez, y yo iba a entrar con ella, iba a cogerle de la mano. Era importante que en un tránsito tan doloroso le acompañara alguien de la familia".
LEER MÁS
Comentarios