"LA VIDA QUE NOS MATA": UN DETECTIVE PLUMÍFERO Y SENTIMENTAL


   La madrileña Editorial Funambulista celebró el pasado año su décimo aniversario con la traducción y publicación de A vida que nos mata (2003), una de las piezas ficcionales que consagraron definitivamente a su autor Xabier López López (Bergondo, A Coruña, 1974). En su versión original gallega la novela fue ganadora de varios premios, entre ellos el de la Crítica Española. Desde su publicación la carrera literaria de Xabier López López no ha hecho más que crecer y está considerado en la actualidad como uno de los narradores referenciales de la literatura gallega.
   En una taxonomía canónica, La vida que nos mata es preciso encuadrarla dentro de la novela policial o subgénero detectivesco, porque la novela se arropa con todos los ingredientes del género negro. En la misma se cumple el esquema detectivesco orden-desorden-orden restaurado -aunque la sorpresa  que el autor nos regala en el desenlace, no deja de ser mayúscula-; gradual crecimiento de la intriga y del interés a medida que avanza la acción; un relato así mismo en primera persona siguiendo el ejemplo de los maestros del género, puesto que las cosas dan la impresión de ser mas verdaderas cuando nos son ofrecidas en las palabras de su directos protagonistas. Sin embargo, la novela de Xabier López López no se cimienta en ningún sostén ideológico, ni en la glorificación de la omnisciencia de los personajes e instituciones encargados de velar por la conservación del orden en la vida burguesa, sino  en el empeño obstinado, y sin duda sentimental, de un periodista, Sebastián Faraldo, un adolescente de cincuenta años y cien kilos, convertido por esta pieza ficcional en uno de los detectives más famosos y peculiares de la narrativa gallega.
   El caso que le corresponde resolver al plumífero Sebastián Faraldo, es un doble asesinato, cometido en los días de la República en el Gran Hotel Mondariz-Balneario (Pontevedra). En efecto, el periodista Faraldo recibe el encargo del periódico en el que trabaja, El Matutino, de cubrir una boda que se va  a celebrar en el Gran Hotel de Mondariz. Pero las nupcias no llegan a celebrarse porque súbitamente se produce el doble asesinato de la novia y de su prometido. La guardia civil detiene como sospechoso al fotógrafo que acompaña a Sebastián Faraldo y, acto seguido, el juez le imputa el crimen, basándose en indicios circunstanciales y en su militancia política anarquista. Es entonces cuando Sebastián Faraldo, un verdadero sentimental pero tan loco y testarudo como el capitán Ahab de Moby Dick, personaje con el que se identifica, decide intervenir, penetrar los secretos del crimen, coger la pista del mismo e ir tirando de los hilos que halle. El ovillo eran sin duda los novios, y los hilos, sus respectivas familias. La meta que persigue: demostrar la inocencia de su compañero.
 

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