«Persianas» de Fernando Parra Nogueras en El Imparcial y entrevista en el Diari de Tarragona
El Imparcial Fernando Parra (1978), tarraconense de Bonavista, es profesor de Literatura en un instituto de Alicante y lleva años colaborando semanalmente en el Diari de Tarragona con unas estupendas columnas literarias, por su tono y su estilo -aunque no siempre versen sobre libros-, que dan cumplida cuenta de su madera de escritor. Su prosa es limpia, bella y enjundiosa. Matiza los juicios con una cierta ironía y no oculta ni sus preferencias literarias ni su falta de aprecio por algún que otro novelista muy valorado en los últimos tiempos. Eso es en una síntesis muy apresurada lo que sabíamos hasta ahora del autor, del novelista que acaba de publicar su primera novela, de título certero y escueto: Persianas . Empezamos con buen augurio. La primera obligación de un novelista que se precie es saber titular su obra. Si, además, sabe suscitar el interés del lector e infundir marchamo simbólico y literario a un objeto funcional de la vida cotidiana seguimos por buen cam...
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Os dejamos aquí la carta de Max Lacruz leída en el acto de ayer:
Un gran novelista vocacional.
Eduardo Gallarza es un autor que no sé si escribe poco, más bien escribe lento, pero lo que es indudable es que publica poco. Dos novelas, de momento. Este “Soviet de los vagos” y “Verdades como sueños”, que ganó por unanimidad el Primer Premio Mario Lacruz con un jurado formado por Juan Marsé, Rosa Montero, Enrique Badosa, Rafael Borràs y el reciente académico Miguel Sáenz… Este premio en que yo actué de secretario y que me permitió conocer a Eduardo.
Sé que hay unos cuentos, pendientes de publicación y una novela en la que está trabajando, creo. A su ritmo. Siempre a su ritmo.
Una vez le pregunté la razón de tal escasez y la respuesta fue que eso le daba total independencia. Artística, se entiende.
Está claro que quien aborda la literatura con ese enfoque tal vocacional, palabra en desuso pero que es clave en arte, le lleva una cabeza de ventaja a los novelistas que viven de su pluma y que se ven obligados a publicar bastante y a escribir textos que creen pueden gustar a público.
Por otro lado, Eduardo, y no porque haya leído mucho, cosa que ha hecho, domina como pocos autores la técnica novelística, la construcción del relato, su arquitectura, y está siempre acertado en los diálogos, que suele ser la clave de una buena novela, y tiene un sello estilístico propio, antirretórico, sobrio pero rítmico, envolvente, hipnótico.
Ya hablarán él mismo y su amigo Javier Azpeitia del “Soviet”; sólo quisiera decir que en Francia la novela fue saludada como se merece, como lo que es: una grandísima novela, excepcional.
Más que suficiente para que quede en los libros de literatura.
Con obra tan escasa pocos autores han llegado tan lejos: como editor, pero sobre todo como lector, espero que pronto nos regale Eduardo nuevos libros, nuevas historias…
Una nota final: los escritores no son, ni tienen por qué, ser buenas personas. De hecho, no creo que sea una profesión en la que abunde la buena gente. Eduardo, y los lo que lo conocen -aunque sea un poco solamente- lo saben, pertenece a ese club tan selecto de los buenos escritores que son buenas personas. Como editor, como amigo, es un privilegio del que me beneficio.
Gracias, Eduardo.
Y gracias, Javier, por tu presencia esta tarde.
Max Lacruz