"Corazón de las tinieblas" en Sonograma Magazine
Joseph Conrad hizo de sus vivencias como marino y trabajador para una empresa de expolio de marfil, un banco de pruebas para sus relatos. Novelas como Lord Jim recrean el universo náutico, desde todas las perspectivas posibles: partiendo de los entresijos técnicos hasta llegar a la visceralidad más humana, del hombre en lucha contra el mar. Y en Corazón de las tinieblas vuelven a surgir los mismos demonios del enfrentamiento contra la naturaleza, forzada por la codicia de los europeos, y contra los “salvajes” que se cruzan en el trayecto.
Conrad es consciente de la magnitud de la destrucción, y proyecta en el relato de Marlow una visión de África llena de oscuridad, pantanos y niebla, que no son otra cosa que el correlativo geográfico de los remordimientos que el hombre blanco provoca con su barbarie “civilizada”. Un entorno hostil e incomprensible, que destruye físicamente y acerca a la locura -o a la fascinación y al misticismo- a quienes se adentran en él.
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