MEMORIAS DE DOS JÓVENES ESPOSAS - Honoré de Balzac (en el blog de Las Inquilinas de Netherfield)

La Comedia Humana de Honoré de Balzac es de esas empresas titánicas literarias que hoy por hoy se antojan imposibles de imaginar llevándolas a cabo por un autor contemporáneo y que, sin embargo, no sorprenden cuando piensas en que un autor de hace casi 200 años sí que lo intentó, aunque su fallecimiento truncase el proyecto completo. Sí, ese autor era Balzac y es uno de los grandes genios que han dado las Letras, pero aun así los números son abrumadores y, repito, imposibles para un autor de hoy en día. Considerada como el mayor proyecto narrativo de la historia de la literatura, que pretendía retratar la sociedad francesa desde la caída de Napoleón hasta la Monarquía de julio, La Comedia Humana estaba prevista para un número total de 137 novelas; se quedó en 87 completas (más otras 7 no previstas, y algunas publicadas de manera póstuma), pero volved a leer el número de novelas... 94... solo pensar lo que consiguió pone los pelos de punta, porque además, que es lo más impresionante de todo, lo hizo entre 1830 y 1850. Tan solo veinte años. Haced cálculos.


Por las razones que comento arriba, mucha de la bibliografía que hoy podemos encontrar de este autor, muchas de esas novelas famosas que se venden por separado o que creemos que son independientes unas de otras, en realidad forman parte de este proyecto (La prima Bette, Papá Goriot, Eugénie Grandet, El coronel Chabert, Las ilusiones perdidas...). Y eso mismo ocurre con Memorias de dos jóvenes esposas (o Memorias de dos recién casadas); esta novela epistolar que os traigo hoy forma parte de La Comedia Humana y, dentro de ella, a la colección Escenas de la vida privada. Y es una auténtica joya.

Estamos en septiembre de 1823. Las protagonistas son dos amigas de diecisiete años: Louise de Chaulieu y Renée de Maucombe. Ambas se conocieron siendo unas niñas en el convento de carmelitas que acaban de abandonar para reincoporarse a la vida mundana, aunque cada una de ellas proviene de un zona de Francia y un sector social distintos. Así, Louise, miembro de una familia de la alta sociedad parisina, recala en el palacete de su familia en la capital francesa; vive rodeada de lujos y pronto hace su presentación en sociedad, llegando a conocer el París de las fiestas, bailes, teatros, galanteos y cortejos. Renée, por su parte, vive en la campiña francesa; se nos habla del valle de Gémenos, así que sabemos que el castillo familiar de Maucombe está en la Provenza. Allí el ritmo es muy distinto, apenas hay nada que hacer ni gente que conocer, y el destino de Renée está escrito desde su llegada, pues sus padres han concertado su casamiento con el hijo de un hidalgo de aquellas tierras, veinte años mayor que ella y que, tras luchar en la batalla de Leipzig, fue hecho prisionero en Siberia y acaba de regresar a casa.

Así se nos plantea el comienzo de la entrada en el mundo de estas dos amigas que, a causa de la distancia, se cuentan sus intimidades por carta. Estamos, pues, tal y como decía más arriba, ante una novela epistolar en la que el 95% de las cartas están firmadas por Louise o Renée, y solo en contadas ocasiones cogen la pluma alguno de los hombres que formarán parte de sus vidas. A través de esta correspondencia acompañaremos a las dos protagonistas a lo largo de veinte años, y de ellas se sirve Balzac para dibujar dos almas y mentes femeninas totalmente opuestas que se quieren, se respetan y que, a pesar de las diferencias de opinión que inevitablemente surgen cuando difiere la forma de ver la vida, jamás se fallan la una a la otra.

Porque en eso radica la base sobre la que se asienta la novela, en la inmersión que hace el autor en las profundidades psicológicas y morales de dos mujeres totalmente opuestas entre sí, ya no solo por los derroteros de la vida, sino en su forma de pensar y vivirla. 

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