Otra reseña sobre "Luz brillante", la maravillosa novela de Kaori Ekuni
Tres patas sostienen a un banco; una frase sencilla que oculta el tipo de verdad que, cada vez que la escuchas o la aplicas, te da un baño de realidad frío e inexorable. Esto es lo que debieron de pensar los protagonistas de Luz Brillante: Shoko (inestable y alcohólica), Mutsuki (médico y gay) y Kon (artista y gay).
Para entender la profundidad de la novela debemos posicionarnos en un tiempo no tan lejano, donde la condición o los prejuicios sociales creaban uniones casi imposibles. Todo por el qué dirán o por querer ser aceptado en una sociedad llena de prejuicios y apariencias.
En esta tesitura nos encontramos a nuestros protagonistas: Shoko, una mujer generosa y a la vez frágil, que solo aspira a abrazar el agua, supuesto casi imposible pero no improbable. A pesar de todos sus desequilibrios le demuestra a su marido, Mutsuki, que ella merece la pena y que, de alguna manera o forma, debe encajar en su vida. Desde el principio su convivencia ha sido una mera conveniencia pero, conforme se van relacionando e integrando en su particular hogar, Mutsuki siente y padece por no darle todo lo que una esposa debe recibir.
Así, nos encontramos a un marido disciplinado y dedicado a su mujer y a su hogar. Él es quien trabaja y hace todas las tareas para que su mujer pueda dedicarse a sus pensamientos, a su tristeza y a su adicción... él siente y padece por ella. Pero, aun así, su corazón y su cuerpo pertenecen a Kon, que parece haber aceptado el arreglo de buen grado.
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Para entender la profundidad de la novela debemos posicionarnos en un tiempo no tan lejano, donde la condición o los prejuicios sociales creaban uniones casi imposibles. Todo por el qué dirán o por querer ser aceptado en una sociedad llena de prejuicios y apariencias.
En esta tesitura nos encontramos a nuestros protagonistas: Shoko, una mujer generosa y a la vez frágil, que solo aspira a abrazar el agua, supuesto casi imposible pero no improbable. A pesar de todos sus desequilibrios le demuestra a su marido, Mutsuki, que ella merece la pena y que, de alguna manera o forma, debe encajar en su vida. Desde el principio su convivencia ha sido una mera conveniencia pero, conforme se van relacionando e integrando en su particular hogar, Mutsuki siente y padece por no darle todo lo que una esposa debe recibir.
Así, nos encontramos a un marido disciplinado y dedicado a su mujer y a su hogar. Él es quien trabaja y hace todas las tareas para que su mujer pueda dedicarse a sus pensamientos, a su tristeza y a su adicción... él siente y padece por ella. Pero, aun así, su corazón y su cuerpo pertenecen a Kon, que parece haber aceptado el arreglo de buen grado.
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