En Librópatas una reseña sobre 'El museo del silencio', de Yoko Ogawa
Ogawa entre lo inquietante y lo siniestro: El Museo del silencio
Reunir
en un museo objetos y formar con ellos una colección, conservarlos en
las mejores condiciones para que el público pueda observarlos dentro de
sus vitrinas… Labores que forman parte del trabajo de cualquier museógrafo. Pero los objetos de los que hablamos cuentan con una particular procedencia: han sido sustraídos a los habitantes del pueblo en el momento de su muerte.
El protagonista y narrador de ‘El museo del silencio’
deberá continuar la labor que durante toda su vida ha llevado a cabo la
anciana que es su empleadora: reunir los objetos de sus vecinos, tras
la muerte de estos. Una labor que su delicado estado de salud le
impide realizar y que dejará en manos del joven. Todos los objetos
recopilados a lo largo de su vida poseen una historia que la anciana conoce muy bien, una historia que representa la vida de las personas a las que pertenecieron.
En la casa solariega donde además de la
anciana habita su hija adoptiva, el jardinero y una asistenta, se
instalará nuestro protagonista. Con la ayuda de la joven muchacha comenzará su ardua labor de clasificación y catalogación,
hasta que un día fallece la primera persona en el pueblo y el
museógrafo debe hacerse con el objeto para incorporar al futuro museo.
Una labor que empieza siendo sencilla, pero que se complica cuando
aparecen los cuerpos sin vida de varias jóvenes de la localidad.
Desde este momento, la novela gira hacia la trama de los asesinatos,
lo que era una apacible labor, se acaba convirtiendo en motivo de
angustia para el protagonista, que se ve salpicado por los terribles
crímenes. ¿Hasta dónde será capaz de llegar para cumplir con la misión
que la anciana le ha encargado?
Ogawa teje una red de relaciones
entre los personajes: el museógrafo, la anciana, la joven, el
jardinero… donde todos participan en algo que va a unirles para siempre.
Un pacto no escrito del que han aceptado formar parte, con un mismo objetivo en común: el Museo del Silencio.
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