Entrevista a José Antonio Fortuny en Punto de Libro
Entrevista a José Antonio Fortuny,
autor de Alehop
En
José Antonio Fortuny, junto con sus paisanos, puede ver
salir el sol antes que cualquier otro español. Nuestro
entrevistado nació hace cuarenta años en Maó, el municipio
de Menorca que cuenta con el punto más oriental del estado.
Una grave enfermedad -atrofia muscular espinal- se convirtió
en su compañera no deseada desde muy joven. Él eligió otra
mucho más agradable, la lectura, para combatir en lo posible
los efectos de aquella. Hasta que de lector compulsivo dio
el paso a autor con su primer libro Diálogos con
Áxel, en el que narró de manera directa y
exenta de todo sentimentalismo superfluo los pormenores de
su enfermedad y su propias experiencias. Ahora ha dado el
salto a la ficción con Alehop, una
comedia negra que noquea las conciencias de todo aquel que
la lee.
Os invitamos a conocer con nosotros a este autor que con tan
breve carrera a sus espaldas ha cosechado ya elogiosas críticas por
parte de los medios y, lo que es más importante, de los lectores.
José Antonio, ¿es cierto que, como dice José
María Mendiluce en el prólogo a tu primera obra, besas las tapas de
los libros que te han gustado al terminar de leerlos, a modo de
agradecimiento?
Si, es cierto que lo hacía. Ahora ya no puedo
hacerlo porque no puedo mover las manos, pero si un libro me ha
gustado continúo cerrando los ojos y musitando las gracias por haber
tenido la suerte de que ese libro se haya cruzado en mi camino.
La obra a que hacíamos referencia y que prologó
Mendiluce, Diálogos con Áxel, está basada en tu propia experiencia.
Y es muy difícil de enmarcar en un género concreto. Ayúdanos tú:
divulgación, autoayuda, testimonio...
Es difícil de clasificar, una mezcla de libro
testimonio y algo de novela. Traté de explicar la evolución
psicológica de una persona aquejada por una enfermedad que le va
paralizando, su manera de percibir el mundo, el combate entre la
mente y el cuerpo. El libro ahora mismo está totalmente agotado en
papel, pero disponible en formato digital en Amazon.
La mayoría de nosotros se sentiría abrumado ante
la tarea de escribir un libro. En tu caso, y con los problemas
añadidos por la enfermedad, ¿cómo se llega un día a tomar esa
determinación?
A mí escribir me da vida. Escribo
fundamentalmente como un extraordinario ejercicio para mantenerme
mentalmente en forma: escribir me hace pensar, buscar, reflexionar,
y además me permite comunicarme con los demás. Mi primer libro lo
escribí motivado por una imperiosa necesidad de dejar algo; de la
misma manera que mis amigos tienen hijos, yo quería dejar mi huella
de mi paso por la Tierra.
Tras el éxito de tu primer libro, te lanzas a la
aventura de la ficción, y estás cinco años preparando Alehop, que
finalmente se publicó este año. ¿Por qué ese salto a la ficción?
Cada historia que quieres contar te pide un
enfoque diferente. También tuve claro que no quería repetirme, sino
probar, indagar, jugar con otros géneros.
Para Alehop has elegido una peligrosa
combinación: una temática dramática por su realismo, y un
tratamiento lleno de humor, ironía y sarcasmo. El resultado es
tremendo: reímos sin parar mientras asistimos horrorizados a las
injusticias y tropelías que se narran. ¿Era ese tu objetivo, hacer
reflexionar profundamente a través del humor?
Exactamente, has hecho una descripción muy buena.
Ése fue mi objetivo. Tengo claro que el humor a veces es la manera
más acertada para explicar según qué cosas sin que la gente salga
huyendo.
En la novela cuidas mucho que no se infiltre el
victimismo, el sentimentalismo barato ni la lágrima fácil. Sin
embargo, la pareja de ancianos protagonistas se gana el afecto y la
ternura del lector durante buena parte de la novela. ¿Cómo se logra
esto? ¿Acaso nos vemos proyectados en ellos?
Probablemente esto se deba a que he conseguido
mostrar a los ancianos como seres humanos, con una serie de
necesidades que todos sabemos, en nuestro interior, que tarde o
temprano pueden ser las nuestras. Creo que por aquí es donde se
establece ese sentimiento de empatía hacia los protagonistas.
Los ancianos simbolizan nuestra fragilidad.
Todos, en mayor o menor medida, iremos perdiendo facultades. Esto no
es malo, sino que forma parte de nuestra condición humana. Lo
denunciable es que la sociedad margine y te dé la espalda.
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