"Diario secreto", de Pushkin, en eldigitalcastillalamancha.es
Tras leer con gusto, nunca se puede
emplear con más propiedad la expresión en un libro de esta naturaleza,B
este "Diario secreto" de Alexander Pushkin (Moscú 1799-
1836) publicado por la editorial Funambulista en octubre del año
pasado, uno no es capaz de decir, si ha leído un verdadero diario íntimo
del padre de la Literatura contemporánea rusa, o a un falsificación
realizada por alguien que al menos tuvo la "decencia" de documentarse
exhaustivamente sobre la vida del escritor.
Cuando después de su lectura he enredado un rato en Internet la cosa, ni mucho menos ha acabado de aclararse, aunque si uno tuviera que decantarse por una de las dos hipótesis, la de la falsificación o la autenticidad del diario, intuitivamente escogería la de la mixtificación. La inexistencia de un manuscrito fiable y la novela de aventuras sobre la obra y su primera publicación en los Estados Unidos, que nos cuenta en su prefacio Mijail Armalinsky, no dice nada a favor de su autenticidad.
Tampoco, que en la presente edición los editores hayan optado por eliminar el prólogo de la traductora Olga Volkonskaya, que sí se incluye en la edición mexicana de 1997 en Edimex, en el que expone una serie de opiniones en ambos sentidos que el lector agradecería. De todas maneras, el lector interesado puede ver esa edición en Internet con una simple búsqueda.
Allí, Olga Volskonskaya recoge opiniones como las siguientes: "Falsificación insultante." Ilya Ilberstein; "Así no se pensaba sobre el sexo en el siglo pasado. Es un invento comercial de los tiempos modernos." Alexandr Rosliakov; "…obra de un escritor judío, Mijail Armalinsky, que emigró de Rusia en los años setenta…" Sin embargo, y a favor de la autenticidad del diario juega a favor ante todo la propia naturaleza de Alexander Pushkin en la que todos los conocedores de su biografía coinciden en su carácter que califican de: "mujeriego, de conducta licenciosa, erotómano, salvaje, africano, inmoral…" y de las acreditadas y documentadas relaciones que llegó a tener, o por lo menos siempre existió la sospecha, de incluso sus propias cuñadas… La editorial no hubiera perdido nada por incluir este prólogo de la misma traductora ya que con ese escamoteo al lector no hace otra cosa que alimentar la sospecha de la mixtificación novelesca.
De todas maneras es una obra que se lee, como ya he dicho, con placer, porque tiene las dosis justas de erotismo, aunque muchas veces, para el gusto de uno se traspase la frontera hacia la pornografía y mantiene siempre la tensión de un diario que no se conforma con el recuento de sus aventuras y hazañas sexuales, para enlazar con los temas eternos del hombre ante la vida, el amor y la muerte.
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Cuando después de su lectura he enredado un rato en Internet la cosa, ni mucho menos ha acabado de aclararse, aunque si uno tuviera que decantarse por una de las dos hipótesis, la de la falsificación o la autenticidad del diario, intuitivamente escogería la de la mixtificación. La inexistencia de un manuscrito fiable y la novela de aventuras sobre la obra y su primera publicación en los Estados Unidos, que nos cuenta en su prefacio Mijail Armalinsky, no dice nada a favor de su autenticidad.
Tampoco, que en la presente edición los editores hayan optado por eliminar el prólogo de la traductora Olga Volkonskaya, que sí se incluye en la edición mexicana de 1997 en Edimex, en el que expone una serie de opiniones en ambos sentidos que el lector agradecería. De todas maneras, el lector interesado puede ver esa edición en Internet con una simple búsqueda.
Allí, Olga Volskonskaya recoge opiniones como las siguientes: "Falsificación insultante." Ilya Ilberstein; "Así no se pensaba sobre el sexo en el siglo pasado. Es un invento comercial de los tiempos modernos." Alexandr Rosliakov; "…obra de un escritor judío, Mijail Armalinsky, que emigró de Rusia en los años setenta…" Sin embargo, y a favor de la autenticidad del diario juega a favor ante todo la propia naturaleza de Alexander Pushkin en la que todos los conocedores de su biografía coinciden en su carácter que califican de: "mujeriego, de conducta licenciosa, erotómano, salvaje, africano, inmoral…" y de las acreditadas y documentadas relaciones que llegó a tener, o por lo menos siempre existió la sospecha, de incluso sus propias cuñadas… La editorial no hubiera perdido nada por incluir este prólogo de la misma traductora ya que con ese escamoteo al lector no hace otra cosa que alimentar la sospecha de la mixtificación novelesca.
De todas maneras es una obra que se lee, como ya he dicho, con placer, porque tiene las dosis justas de erotismo, aunque muchas veces, para el gusto de uno se traspase la frontera hacia la pornografía y mantiene siempre la tensión de un diario que no se conforma con el recuento de sus aventuras y hazañas sexuales, para enlazar con los temas eternos del hombre ante la vida, el amor y la muerte.
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