"El libro de las nubes", de Chloe Aridjis en el blog de Isi
Este es el primer libro de Chloe Aridjis, autora que no me sonaba de nada, pero que ha ganado algún premio con esta obra que habla sobre Berlín y sobre la soledad.
Tatiana es una chica mexicana que ha decidido abandonar su patria, donde no se encontraba realmente a gusto, para vivir y trabajar en Berlín, ciudad que la acogió cuando estudiaba y a la que ha decidido volver. Pulula entre un trabajo mediocre y otro hasta que finalmente, gracias a un amigo de su familia, es contratada por el doctor Weiss, eminente historiador, para pasar a ordenador sus disertaciones y realizar algunas entrevistas si la cosa va bien.
Tatiana no tiene muchos amigos en la ciudad; es una chica a la que la soledad le ha convertido en un ser extraño, lleno de manías y poco sociable. Además, me he quedado con la sensación de que, en cuanto intima mínimamente con alguien, la ciudad trata de expulsarla; en hacerle ver que no es bienvenida y que ese lugar no es el suyo. Berlín parece demasiado amenazante.
Tatiana recorre la ciudad de día, de noche, con niebla, con tormenta… Siempre parece fría y tenebrosa y, sobre todo, anclada en el pasado. Es como si todos los habitantes quisieran mirar hacia el futuro, pero llevaran dos grandes losas sobre sus espaldas: la del nazismo y la del muro, y no fueran capaces de soltarlas porque siempre hay alguien que recuerda lo que sucedió; siempre están presentes los fantasmas.
Es un libro extraño, onírico y con poquísimos personajes -tres-, en lo que lo importante es el ambiente que les rodea. La historia nos la cuenta Tatiana en primera persona y, por lo poco que interacciona con el resto, el lector se queda huérfano de información acerca de las vidas de los otros dos personajes. Me quedé con ganas de saber más del doctor Weiss, sobre todo, pues es un hombre mayor y solitario que estoy segura que escondía muchas cosas interesantes tras de sí, cual enciclopedia andante.
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Tatiana es una chica mexicana que ha decidido abandonar su patria, donde no se encontraba realmente a gusto, para vivir y trabajar en Berlín, ciudad que la acogió cuando estudiaba y a la que ha decidido volver. Pulula entre un trabajo mediocre y otro hasta que finalmente, gracias a un amigo de su familia, es contratada por el doctor Weiss, eminente historiador, para pasar a ordenador sus disertaciones y realizar algunas entrevistas si la cosa va bien.
Tatiana no tiene muchos amigos en la ciudad; es una chica a la que la soledad le ha convertido en un ser extraño, lleno de manías y poco sociable. Además, me he quedado con la sensación de que, en cuanto intima mínimamente con alguien, la ciudad trata de expulsarla; en hacerle ver que no es bienvenida y que ese lugar no es el suyo. Berlín parece demasiado amenazante.
Tatiana recorre la ciudad de día, de noche, con niebla, con tormenta… Siempre parece fría y tenebrosa y, sobre todo, anclada en el pasado. Es como si todos los habitantes quisieran mirar hacia el futuro, pero llevaran dos grandes losas sobre sus espaldas: la del nazismo y la del muro, y no fueran capaces de soltarlas porque siempre hay alguien que recuerda lo que sucedió; siempre están presentes los fantasmas.
Es un libro extraño, onírico y con poquísimos personajes -tres-, en lo que lo importante es el ambiente que les rodea. La historia nos la cuenta Tatiana en primera persona y, por lo poco que interacciona con el resto, el lector se queda huérfano de información acerca de las vidas de los otros dos personajes. Me quedé con ganas de saber más del doctor Weiss, sobre todo, pues es un hombre mayor y solitario que estoy segura que escondía muchas cosas interesantes tras de sí, cual enciclopedia andante.
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