Territorio en El zoco del escriba
La principal ventaja de tener un libro
firmado por su autor es que identifica exactamente el día del encuentro
porque habitualmente escribe la fecha bajo una nota que busca cercanía
incluso con los desconocidos. En el caso al que me estoy refiriendo:
Para Alberto, con un fuerte abrazo. Un garabato y después la fecha. Por
eso sé que hablé con Miguel Sáenz el once de junio del año pasado. En la
caseta de la editorial me respondieron con hábiles malabares al torpe
ofrecimiento de mi manuscrito. Me colaron con destreza la recomendación
de la primera novela de este hombre nacido en la Larache del
Protectorado Español que también ha vivido en el sur de Marruecos.
Escribe sobre esos días de infancia en Sidi Ifni. Durante nuestra breve
charla descubrí que además ha traducido varios libros de Faulkner (mi
primer Dios) y que es miembro de la Real Academia de la Lengua. Ya le
admiraba sin haber leído ni una palabra suya, reconozco que tiendo a
hacerlo. (Desconfía de la primera persona.)
EL VIAJE
Comencé a leer “Territorio” hace meses,
pero apenas avancé un par de capítulos. Lo suficiente para comprender
que podría gustarme y que el tono me era familiar, que me recordaba a mi
abuelo Serafín contando sus batallitas juveniles. Por un motivo que
solo a mí convence, pospuse la lectura hasta que pudiera acercarme al
espacio de esas páginas. Ya que no podía dar marcha atrás setenta años
para comprobar con mis ojos lo que contaba la novela, me pareció que
debía contrastarlo con la actualidad. Intenté explicárselo a Said, que
se unió a la aventura en cuanto le hablé de mi propósito, pero dudo que
lo comprendiera. Hoy lunes salimos temprano de Kenitra y tardaremos
varios días hasta alcanzar Sidi Ifni, por culpa de los mil quilómetros
que nos restan y porque hemos decidido hacer un viaje relajado (por
carreteras nacionales, marroquíes) para descubrir nuevos rincones
(¡Ualidia!), revivir mis propios recuerdos (Essauira) y leerme el libro
durante el trayecto.
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