¿Por qué no se parece usted a su hermana ni a su cuñado?
No hay dos iguales podría decirse que es un paso más dentro del mismo túnel. A Harris se le presenta la posibilidad de continuar indagando en los aspectos que dejó planteado en su anterior libro: si los padres no cuentan para nada en la educación de los hijos, ¿qué es lo que va a esculpir el hecho diferencial de la personalidad?; y, en ese caso, ¿qué es lo que hace que incluso los hermanos sean diferentes? La empresa, a simple vista, pudiera parecer una visita al Delfos de la psicología; por tal motivo, la aventura resulta apasionante tanto para la autora como para el lector que se embarca en el viaje. Como guía, recurre a La hija del tiempo, una novela de detectives de Josephine Tey, publicada en Inglaterra allá por década de los 50. El protagonista es un agente de Scotland Yard hospitalizado que se pregunta si los crímenes atribuidos a Ricardo III son realmente ciertos, añadiendo la consiguiente dificultad: todos los testigos dieron con sus huesos en tierra entre el siglo XV y el XVI. El paralelismo entre el personaje y la propia Judith Rich Harris es obvio. En el caso de la norteamericana, contará con la inestimable ayuda de Joan Friebely, que será su mano derecha en la trabajosa búsqueda de bibliografía en los fondos de la Universidad de Harvard. El fruto de esta colaboración luce como una poderosa luna en el cielo nocturno.
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