Antonio Muñoz Molina cita a Mario Lacruz (y sus libros: 'El inocente' y 'El ayudante del verdugo') en el discurso Premio Liber 2014


PALABRAS DE AGRADECIMIENTO
(Premio Liber, 2014)
Viniendo ayer a Barcelona pensaba en todos los viajes que he hecho a la ciudad en mi vidad de escritor, y en algunas de las personas que directa o indirectamente me han ayudado en ella. Una editorial de Barcelona, Seix Barral, decidió publicar mi primera novela cuando yo era un desconocido sin conexiones ni referencias. Allí estaba, y por fortuna sigue estando, mi querido Pere Gimferrer, poeta, ensayista y novelista voluble en catalán y castellano. Y como Gimferrer siempre acaba tomándonos por sorpresa a los que creemos conocerlo, ahora resulta, acabo de enterarme, que también es poeta en italiano. La nuestra es una amistad improbable entre un barcelonés aficionado a los toros y un jienense refractario a cualquier forma de fiesta nacional.
Me acuerdo también de otro escritor y editor que me acogió en Seix, Mario Lacrux, novelista extraordinario, autor de dos de las mejores intrigas policiales escritas en español, El inocente y El ayudante del verdugo. Y no me olvido de Mónica Fainberg, la jefa de prensa de Seix, que se empeñó en difundir mis primeras novelas con un entusiasmo militante al que le debo mucho.
Siendo esta una feria profesional de los editores y los libreros, me importa resaltar todo lo que cualquier lector español y latinoamericano de literatura le debe a las empresas editoriales de Barcelona. Si me paro a pensarlo, mi vida entera la han alimentado ellas. De niño leía el Pulgarcito y el Tiovivo, de casi adolescente la colección Historias, en mi primera juventud las colecciones policiales de Barral editores y Bruguera, y aquella extraordinaria “Libro amigo” en la que lo mismo se encontraba a Dostoiewsky que a Juan Eduardo Zúñiga. Uno era lector de Bruguera, de Sopena, de Molino, de Mateu, y luego de Seix Barral y Anagrama. Toda la gran literatura del boom y una gran parte de las traducciones de narrativa internaiconal que educaron nuestra vocación se publicaron aquí. Y fue también aquí donde empresarios como José Manuel Lara ayudaron a construir una musculatura editorial y comercial para el libro.
Así ha seguido siendo hasta hoy mismo. Hace muy poco murió el que era sin duda uno de los grandes editores europeos, Jaume Vallcorba, que reunían los mejores valores del oficio de la edición: rigor intelectual, altura y anchura de miras, cuidado obsesivo por la calidad material de los libros, intuición para descubrir y recobrar obras muy valiosas. Y además un arraigo tan firme en la literatura en catalán como en la escrita en castellano, las dos alumbradas en su imaginación generosa por el conocimiento de otras lenguas, otras literaturas y otras artes.

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