Interesantísimo artículo del profesor Raúl Ibáñez sobre "La fórmula preferida del profesor" en El Cuaderno de Cultura Científica (KZK), publicación de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
MI HIJO Y YO LE LLAMÁBAMOS PROFESOR. Y el profesor llamaba a mi hijo “Root”, porque su coronilla era tan plana como el signo de la raíz cuadrada.Este es el inicio de un excelente libro, al que vamos a dedicar la entrada de esta semana de la sección Matemoción del Cuaderno de Cultura Científica. Una de las novelas más interesantes que he leído en los últimos años y que suelo recomendar a todas aquellas personas interesadas en literatura relacionada con las matemáticas, y al resto, también. Se trata de la novela “La fórmula preferida del profesor” (funambulista, 2008), de la escritora japonesa Yoko Ogawa.
– Vaya, vaya. Parece que aquí debajo hay un corazón bastante inteligente –había dicho el profesor mientras le acariciaba la cabeza sin preocuparse de que se le despeinara.
Mi hijo, que llevaba siempre una gorra para que sus amigos no se burlasen de él, metió la cabeza entre los hombros, a la defensiva.
– Utilizándolo, se puede dar una verdadera identidad a los números infinitos, así como a los imaginarios.
Y dibujó el signo de la raíz cuadrada con el dedo índice en el borde de su escritorio, sobre el polvo acumulado: (signo de la raíz cuadrada).
Entre las innumerables cosas que el profesor nos enseñó a mi hijo y a mí, el significado de la raíz cuadrada ocupa un lugar importante.
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