"Entre el amor y el terror" (reseña sobre "La reina de corazones", de Wilkie Collins, en Análisis Digital)
La reina de corazones,
de Wilkie Collins –Clásicos del fondo Funambulista- nos narra una serie
de relatos enmarcados dentro de otro tan apasionante o más que los que
se enmarcan.
La
protagonista, que debe el nombre de “reina de corazones” a una travesura
en la que se disfrazaba de naipe, al quedar huérfana recibe una
condición para heredar en el testamento de su padre. La joven debe pasar
al menos seis semanas al año con uno de los dos tutores que se le
asignen hasta llegar a la mayoría de edad. Jessie –nuestra preciosa
reina de corazones- va cumpliendo la encomienda con su tío, uno de los
dos tutores, hasta que éste muere. Es entonces cuando no le queda más
remedio que pasar seis semanas de su vida en compañía de su otro tutor,
un hombre mayor y viudo que vive con sus dos hermanos, más mayores que
él todavía, en The Glen Tower, un caserón perdido en Gales que no tiene
vecinos en millas a la redonda.
El pobre
Griffith, su anciano tutor, se ve tan superado que hace todo lo posible
por amenizar la estancia de su tutelada. Así, intenta acondicionar una
habitación para ella, compra un poni para que lo monte, un piano que
pueda tocar en las lánguidas tardes de lluvia y una caja de libros para
que pueda entretenerse con la lectura.
Sorprendentemente,
la joven no tiene ningún interés por la habitación y decide acomodarse
en una de las más lúgubres y siniestras, el piano queda abandonado
cogiendo polvo, los libros en su caja y es el poni el que despierta su
interés, saliendo a montar casi a diario.
La cosa
se complica cuando el hijo de Griffith que ha sido herido en la guerra y
sabe de la estancia de Jessie, escribe a su padre diciéndole que está
perdidamente enamorado de la chica y que tiene que retenerla en la
casona hasta su llegada con el fin de que pueda declararle su amor.
Desgraciadamente,
las seis semanas están a punto de cumplirse y todo está en contra del
joven militar, pero Jessie ha abierto la caja de libros y tiene una
conversación con Griffith. A ella no le interesan esos libros, lo que le
llamaría la atención es conocer las historias que los tres ancianos le
pueden contar. Griffith ve el cielo abierto y teje una trama para que
los tres hermanos escriban diez relatos y así dar tiempo a la llegada de
su hijo. ¿Lo conseguirán? Desde luego, el reto se plantea interesante.
Comentarios