"Rehenes", de Stefan Heym, en La Nueva España
Un mecanismo de relojería en la Praga nazi
Rehenes, que ahora se traduce por primera vez al castellano, fue editada en 1942 en EE UU y constituyó un éxito tan rotundo que se la recuerda como uno de los mayores best-sellers de la II Guerra Mundial. Su autor, el alemán Helmut Flieg (1913-2001), tuvo una peripecia vital rocambolesca: escapó de Alemania y, bajo el seudónimo de Stefan Heym, se instaló en Praga, de donde también hubo de huir tras la anexión nazi. Su destino fueron los EE UU: allí se hizo un nombre como periodista, vendió a mares Rehenes y Los cruzados (1948), su tercera novela, y acabó teniendo que marcharse de nuevo, empujado esta vez por la «caza de brujas». Su destino fue la RDA, donde desarrolló una brillante carrera intelectual.
Rehenes arranca con la muerte violenta de un oficial alemán y la subsiguiente toma de rehenes por los nazis y se resuelve en una perfecta trama de relojería que permite a Heym plasmar sobre el papel, con igual brillantez, tanto su conocimiento del alma humana como el opresivo ambiente de la Praga ocupada y resistente.
Rehenes, que ahora se traduce por primera vez al castellano, fue editada en 1942 en EE UU y constituyó un éxito tan rotundo que se la recuerda como uno de los mayores best-sellers de la II Guerra Mundial. Su autor, el alemán Helmut Flieg (1913-2001), tuvo una peripecia vital rocambolesca: escapó de Alemania y, bajo el seudónimo de Stefan Heym, se instaló en Praga, de donde también hubo de huir tras la anexión nazi. Su destino fueron los EE UU: allí se hizo un nombre como periodista, vendió a mares Rehenes y Los cruzados (1948), su tercera novela, y acabó teniendo que marcharse de nuevo, empujado esta vez por la «caza de brujas». Su destino fue la RDA, donde desarrolló una brillante carrera intelectual.
Rehenes arranca con la muerte violenta de un oficial alemán y la subsiguiente toma de rehenes por los nazis y se resuelve en una perfecta trama de relojería que permite a Heym plasmar sobre el papel, con igual brillantez, tanto su conocimiento del alma humana como el opresivo ambiente de la Praga ocupada y resistente.
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