El efecto aldea, de Susan Pinker, en El Mundo
El efecto aldea: cómo el contacto cara a cara te hará más saludable, feliz e inteligente fue el segundo libro de éxito de la psicóloga canadiense Susan Pinker. No conviene dejarse llevar por el título, propio de un manual de autoayuda de andar por casa, porque la obra de Pinker encierra muchas y valiosas lecciones a propósito de la vida real y la vida digital. La tesis del libro, sustentada por todo tipo de experimentos y estudios recientes y lejanos, puede resumirse así: Necesitamos el contacto físico con los demás para evitar enfermedades del cuerpo y del alma. Hay que hablar en persona, incluso por teléfono. Las relaciones digitales empobrecen la salud física y psíquica, reducen la esperanza de vida y disminuyen las virtudes de la inteligencia. En medio de estos peligros, la pandemia de Covid-19 nos ha dejado planchados a todos los efectos y en todos los órdenes.
Recuerda Pinker a propósito del contagio social el caso del Puente del Milenio de Londres. Nada más abrirlo al público en junio de 2000, el puente empezó a oscilar de forma alarmante, obligando a los peatones a agarrarse a las barandillas para no caerse. Las autoridades creyeron que el bamboleo se debía a un exceso de peatones, y establecieron un aforo. Pero el puente seguía oscilando y se cerró por tiempo indefinido. Los ingenieros descubrieron que el peligroso bamboleo se debía a que todos los peatones llevaban el mismo ritmo de la marcha. Cuando todo el mundo se movía al unísono para solventar el pequeño movimiento de la calzada, el puente empezaba a moverse en sintonía con la masa. Tardaron dos años en arreglarlo.
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