La verdadera historia del policía Pedro Urraca, cazador de rojos (El País)
Hasta hace diez años, su abuelo paterno no era más que un familiar al
que apenas había conocido y del que había heredado un apellido tan
infrecuente como sonoro. Pero un domingo, al hojear las páginas de este
diario, leyó el nombre de Pedro Urraca en un reportaje que desempolvaba del olvido a un personaje siniestro de la historia reciente de España. El abuelo de Loreto Urraca había sido cazador de rojos en
la Francia ocupada, un policía franquista destinado al territorio galo
con la misión de perseguir y detener a republicanos españoles exiliados,
entre quienes figuró Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Catalunya durante la guerra.
Descubrir que un pariente cercano perteneció a las alcantarillas de
un régimen dictatorial no es un trago fácil de digerir. En una situación
similar, hay dos opciones: guardar silencio y pasar página o asumirlo y
compartirlo en público. “Si me hubiera llamado López o Martínez, a lo
mejor me hubiera sido más fácil pasar inadvertida, incluso no hubiera
hecho nada, pero me di cuenta de que sería imposible negar mi vínculo.
Decidí afrontarlo, pero a la vez necesitaba desafiliarme de él
públicamente”, reconoce a este diario la nieta de Urraca, que acaba de
publicar Entre hienas (Editorial Funamubilista), una novela biográfica fruto de casi una década de investigación entre archivos, cartas y diarios.
En lugar de ocultar el pasado en un archivo personal, a Loreto, de 53 años, la movió la necesidad de contar una versión de nuestra historia muy diferente a la que la había escuchado en el aula. “De lo poco que se contaba, se venía a decir que lo poco bueno que había hecho Franco fue haber evitado que España entrara en la Segunda Guerra Mundial. Con la historia de Urraca, empecé a comprender que nuestra implicación había sido más importante de lo que se nos hizo ver”, explica Loreto.
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En lugar de ocultar el pasado en un archivo personal, a Loreto, de 53 años, la movió la necesidad de contar una versión de nuestra historia muy diferente a la que la había escuchado en el aula. “De lo poco que se contaba, se venía a decir que lo poco bueno que había hecho Franco fue haber evitado que España entrara en la Segunda Guerra Mundial. Con la historia de Urraca, empecé a comprender que nuestra implicación había sido más importante de lo que se nos hizo ver”, explica Loreto.
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