Amores al margen en el blog Piano de azúcar
-¿Por qué nos pondremos el perfume detrás de las orejas?-preguntó Hiro a quien pudiera responderle.
-Pues porque...
Nos quedamos
pensativos durante un momento. Y. con los ojos puestos en la nieve que
seguía cayendo tras la ventana y yo con los ojos puestos en el frasquito
que tenía en la palma de la mano.
-¿No será
porque es el lugar más secreto de todo el cuerpo? -respondí-. Es el
sitio que mejor le va al perfume. Nadie se da cuenta si tenemos una
mancha o una señal de quemadura detrás de la oreja, ¿verdad? Creo
que nadie sabe exactamente cómo es la parte trasera de sus orejas. Y el
perfume tiene mucho más encanto si emana de un lugar desconocido, que
no podemos determinar con precisión. Resultaríamos inquietantes si
nuestros ojos desprendieran perfume cada vez que pestañeásemos.
-Es verdad.
Ambos asintieron. Opinión:
Hace tiempo que terminé este libro pero me ha resultado difícil empezar a escribir la reseña. Es una historia con altibajos, capítulos que parece que no avanzan nada y otros en los que la historia te engancha y te envuelve.
De Yoko Ogawa solo había leído "La piscina" y me quedé con ganas de leer algo más de ella. No sabía que me iba a encontrar, la forma de escribir de la autora me gusta, me gustan sus matices y la forma detallada y personal con la que describe momentos y lugares.
El argumento es original, una chica joven que escucha en su cabeza el sonido de un instrumento, que sufre fuertes dolores con cualquier mínimo ruido. Conoce a un estenógrafo en una mesa redonda en la que ella, junto con otras personas hablan de sus problemas de salud y se siente fascinada por él. Tras varios encuentros estrechan lazos y a partir de aquí nos adentramos en la historia, en la que la protagonista sentirá un flechazo no con el estenógrafo, sino más concretamente con una parte de su cuerpo, sus manos. A las que abrirá su corazón y parte de su vida.
El estilo de la autora japonesa es sencillo pero a la vez peculiar, destacando que desconocemos el nombre de ls protagonista, pero por el contrario al estenógrafo lo llama Y.
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