"Humanidad y humor", artículo en El País sobre Ruben Loza autor de "Muerte en Café Gijón"

Ediciones De La Plaza edita La tarde queda, diez cuentos y una novela de Ruben Loza Aguerrebere, columnista de la casa.

De la carrera literaria de Ruben Loza Aguerrebere, escritor y columnista de El País, podrían decirse muchas cosas. Pero el Nobel Mario Vargas Llosa ha logrado resumir sus cualidades mejor que ninguno: "Es un escritor elegante, con un eco melancólico y muy uruguayo". El peruano, que lo definió como un "compañero de ruta", agregó que Loza Aguerrebere "conoce los secretos de la literatura y sus personajes, y les da vida con su pluma". Luego de eso, poco más para decir.
O tal vez, sí. Porque luego de leer el manuscrito del que hoy es su último libro, La tarde queda (Ediciones De La Plaza, 144 páginas, $ 270), el recientemente fallecido autor luso-italiano Antonio Tabucchi le escribió, en un castellano muy particular: "Caro Rubén, perdona el atraso de mi respuesta. La justificación: todo el invierno con gripe por culpa de mi bufanda olvidada como no se la debe olvidar un hombre de mi edad, y además gripe sin Sylvie y sin París. ¡Qué melancolía! Tu libro me ha gustado muchísimo. El lleno de humanidad y de humor, me ha tenido muy buena compañía. Gracias sinceras e un abraccio amico, Antonio Tabucchi. PS. Te envío una tarjeta con una bufanda encantadora (y la chica también)".
Esta misiva, ubicada estratégicamente en el prólogo, a su vez escrito por Carlos Alberto Montaner, es más que un elogio: es también un inteligente párrafo que mezcla todos los relatos que Loza Aguerrebere plasmó en La tarde... En realidad, se trata de una novela -la que le da nombre al texto- y otros diez cuentos. En ellos, el escritor muestra su dominio de la narrativa y de la crónica, de lo humorístico y lo costumbrista, de lo humano y de lo biográfico. Es que muchas de las páginas se han basado en el periplo vital del autor, en cuya vasta bibliografía se destacan obras como Muerte en el Café Gijón, Los libros ajenos o Solo de violín.
Así, un lector puede sentir la tensión de los códigos particulares de la campaña de fines del siglo XIX, con el proceder de un matrero conocido como "El Clinudo"; así, uno se puede asombrar con el devenir de F., una prostituta con inclinaciones literarias y un firme deseo de progresar. De la misma manera, quien recorre sus páginas acaba dándole la razón al veredicto de Vargas Llosa.

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