Entrevista a José Antonio Fortuny, autor de Alehop, en Lecturofilia

El menorquín José Antonio Fortuny, autor de Alehop (ed. Funambulista), es todo un ejemplo de superación y amor a la literatura. Cuando reseñé el libro evité hacer cualquier referencia a su estado, a esa grave enfermedad neuromuscular que progresivamente ha ido paralizando todo su cuerpo, porque quería que juzgarais el libro por su valor intrínseco, sin que las circunstancias del autor influyeran. La carrera literaria de Fortuny es una carrera a contrarreloj, y por eso cada obra que produce es de un valor incalculable.
¿Cómo nace tu amor por la escritura? Pues de un modo un poco impensable. Recuerdo que de niño no me gustaba mucho leer, pero debido a la enfermedad que padezco cada vez tenía que pasar más horas en casa mientras que mis amigos se iban por ahí. Empecé a leer para ocupar el tiempo. Poco a poco me fui convirtiendo en un gran lector… hasta que di el salto a escribir, algo que tampoco me había imaginado.
¿Qué te impulsa a escribir Alehop? Creo que los que escriben lo hacen por esa necesidad de poder expresar algo que les quema por dentro. En mi caso, quería hacer un libro de denuncia, pero también ameno y divertido.
¿Por qué elegiste la sátira como género para contar una realidad tan dura? El humor es la mejor herramienta que tenemos para poder contar cosas que de otro modo a mucha gente no le gustaría escuchar. Además, me sale de un modo bastante natural.
¿Por qué crees que el tema de la dependencia (término político que me horroriza) parece ‘intocable’ en la literatura actual, aunque sea tratada tangencialmente? A mí tampoco me gusta nada este término en su acepción ligada a “carga”, cuando lo cierto es que todos somos dependientes: algunos lo son emocionalmente de sus parejas, otras personas necesitan gafas para poder ver… Yo lo que he pretendido explicar en el libro es que todos, tarde o temprano, vamos a necesitar ayuda, porque forma parte de nuestra naturaleza. Esto no es malo, por eso mismo vivimos en sociedad. Lo denunciable es no tener ayudas para llevar una vida digna.
La literatura social o de denuncia parece haber sido erradicada, por eso me alegra mucho encontrar tu libro. ¿Crees que la literatura actual ha perdido la capacidad de ser espejo de la realidad? No lo sé, pienso que debe haber todo tipo de libros, porque el perfil de los lectores es muy amplio. Creo que si uno busca puede encontrar libros que te aporten algo más que el simple entretenimiento, aunque no sean mayoritarios. Yo al menos he escrito el libro que quería hacer.
La política populista, el fanatismo religioso, la televisión basura… no dejas títere con cabeza en Alehop. Es cierto que Alehop aborda muchos temas, pero creo que todos parten de una raíz en común: lo que puede hacer el abuso de poder, en sus múltiples ramificaciones.
Todos tus personajes tienen facetas dobles, por la que te enternecen y te repelen a la vez. Por ejemplo el protagonista, el viejo, cargado de buenas intenciones pero que no duda en sucumbir al sistema. O su mujer, víctima de toda la situación que no apuesta por su marido después de tantos años de matrimonio. ¿Qué personaje es con el que más te has implicado? Creo que en la vida todos tenemos un poco de todo, nadie es completamente blanco o negro, y una persona puede actuar de un modo u otro dependiendo de las situaciones, de las circunstancias, de las tentaciones… Pienso que es fácil que el lector se sienta identificado con alguno de los personajes que retrato, ya que los vemos cada día.
La vida es espectáculo… Es una lectura de fondo que hago en tu obra. ¿Esa es una postura personal de desencanto o crees que es posible cambiarlo todo? Esa es la lectura que creo que podemos hacer todos al leer el libro o al fijarnos con detenimiento en el mundo que nos rodea. Ahora bien, sigo pensando que tiene que haber algún resquicio para cambiar las cosas, para la esperanza; me niego a pensar que esto tenga que ser siempre así, que nos puedan pisotear cómo quieren. No soy un ingenuo y sé que este libro no va a cambiar la realidad social, pero al menos es la aportación que yo puedo hacer a la lucha, el arma que tengo a mi alcance.

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