Strindberg, una mirada al abismo

A los pies de Strindberg siempre se ha abierto un agujero negro. En otras épocas sencillamente lo llamaríamos abismo -el mismo que, decía Nietzsche, devolvía la mirada cuando lo observabas-, pero la oscuridad que envuelve al gran dramaturgo sueco es aún más profunda que eso. Aunque escribió toda su vida sobre sí mismo, de sus visiones, sus odios, su juventud y sus frustraciones, de la historia y el carácter de Suecia, de la cordura y la mujer, la mayor certeza sobre Strindberg es casi socrática:sólo se sabe que no se sabe todo sobre él. Los hechos están documentados, la obra -extensa, monumental, escalofriante- está prácticamente toda editada, pero hay algo que se escapa a sus biógrafos, exégetas y lectores puntuales, que es la verdadera dimensión psicológica de su genio.
«Strindberg engaña», sostiene su primer biógrafo en castellano, Jordi Guinart, que acaba de publicar Strindberg. Desde el infierno en la editorial Funambulista. «La información que hemos tenido sobre él durante muchos años proviene de fuentes tramposas:las solapas de las ediciones suecas, algunos estudios psicológicos como el de Karl Jaspers [se refiere a Genio artístico y locura. Van Gogh y Strindberg, que publicó Acantilado en 2001], y sus propias novelas. Pero las novelas no son la realidad. Strindberg hacía literatura a partir de su vida, no estaba contando su vida real».
Guinart, bibliotecario como lo fue Strindberg, pero también periodista y actualmente componente del equipo de la editorial Acantilado, cayó, como tanta otra gente, en las redes del gigante sueco tras leer Inferno, el que posiblemente ha pasado como su título más relevante -algo siempre relativo, pues su obra (in)completa en sueco ocupa más de 75 volúmenes, sin contar la correspondencia-. Inferno es la crónica literaria de los años más oscuros de Strindberg en París, de su obsesión por el ocultismo, la alquimia y el monismo.
«Descubrirlo fue como si me lanzaran un hechizo», detalla Guinart. «Con Strindberg no ocurre que te gusta, sin más: o te fascina, o no te gusta en absoluto. Si te atrapa, deseas viajar a Suecia, visitar los lugares de los que habla, leer pasajes de los libros precisamente ahí. Sentí que me hablaba directamente».

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