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La Dulce, obra de Fiódor Dostoievski

“La Dulce” de Fiódor Dostoievski:

A todo lector le ha rondado alguna vez por la cabeza la sin respuesta pregunta de “¿qué país ha producido mejor literatura?”. Es difícil no ya sólo responderla sino dar al menos una aproximación, pues sería imposible reducir la elección del mejor país a una selección inferior a una decena de ellos. Desde la literatura clásica griega al actual imperialismo anglosajón en todo lo que reporta un beneficio económico, pasando por los juglarescos anónimos rapsodas medievales de occidente, otros resurgieres literarios posteriores como las distintas edades de oro y plata de las potencias europeas (Italia, España, Francia y Rusia) y las ricas generaciones hispanoamericanas del último siglo, podemos encontrar multitud de clásicos; y los clásicos, clásicos son. “La dulce” de Fiódor Dostoievski (Moscú 1821- San Petesburgo 1881), también conocida como “La mansa” o “La tímida”, es una de esas obras singulares que la literatura en el trascurso de sus ya milenios de existencia nos ha dejado.
Esta novela corta, editada en un volumen por separado, la incluyó el autor en su publicación “Diario de un escritor” (1877) en el que reunió críticas literarias, artículos periodísticos y relatos de reducida extensión como este. Ya en su momento el recopilatorio tuvo gran aceptación, y “La dulce” fue una de las obras cumbres comprendidas en él y de las más destacadas narraciones cortas de Dostoievski.
 “La dulce”, pese a distanciamientos con el realismo (género al que pertenece por completo la obra de su autor), es fiel al estilo de Fiódor Dostoievski que realiza una vez más una intensa exploración en la psicología de su protagonista; un hombre acomplejado que tras una insatisfecha vida matrimonial repleta de infidelidades cae asumido en un profundo pozo colmado de sinsabores debido a su inesperada viudedad. Estas peculiaridades demostradas nuevamente a la hora de dar vida a los personajes, contrastan de lleno con la de otros escritores también clásicos de la literatura universal contemporáneos al ruso, como, por citar uno, es el caso de Julio Verne; cuyos personajes se caracterizan por su unidimensional forma de pensar, encumbrando, al menos en el aspecto psicológico, a la tan gloriosa etapa literaria rusa de aquel momento.

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