El amor de un hombre de cincuenta años, de Anthony Trollope, en elplacerdelalectura.com
La
editorial Funambulista, en su colección de Grandes Clásicos
envidiablemente encuadernados, nos presenta a un nuevo autor británico
de novelas victorianas en la órbita del maestro Dickens. Contemporáneo
de éste y de Wilkie Collins (también publicado en esta misma editorial),
Anthony Trollope quizás sea el menos conocido en nuestro país de todos
ellos, pese a gozar de cierta popularidad en Inglaterra, lo que supone
un aliciente más para acercarse a su literatura. La novela es una
sencilla historia de amor victoriano, en la que una joven, bella y
huérfana dama adquiere un compromiso marital con un caballero de mediana
edad (en aquella época de avanzada edad como sugiere el título
original, “An Old Man’s Love”), por creer perdido a su verdadero amor.
La obra gira en torno al dilema de en el que se encuentran los
protagonistas a raíz de esta decisión, un dilema condicionado por la
moral victoriana y capitalizado por el tremendo clasismo y machismo que
la vertebraba.
A pesar de ser una historia bastante
sencilla y con personajes claramente definidos por su conflicto, destaca
el la figura del ama de llaves, la Señora Bagget, que condensa mucha de
esa moral de la época bajo la piel de un personaje áspero, franco,
contradictorio y revelador. Como dicen en la magnífica serie de
televisión Downton Abbey, los criados son mucho más conservadores que
sus señores, y la señora Bagget es el exponente superlativo de esta
teoría, convirtiéndose en una Bernarda sajona que guarda celosamente las
costumbres y apariencias de la casa, aún en contra de sus propios
intereses.
Otro aspecto interesante que subyace de
la novela es la exposición de una fórmula habitual de lograr una fortuna
fuera del circuito hereditario al que permanentemente está adscrita la
nobleza. John Gordon, el pretendiente en discordia, se convierte en un
hombre rico en tan sólo tres años en las minas de diamantes de
Sudáfrica, uno de los muchos territorios explotados por los británicos,
con prácticas comerciales y conductas morales que en Inglaterra hubiesen
sido consideradas deplorables, pero que sin embargo eran de uso común
en las colonias, pese al fingido y remilgado estupor burgués.
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