"Dos cautivos" de Lajos Zilahy en Análisis Digital

Viejos tiempos con los mismos sentimientos

Adolfo Caparrós Gómez de Mercado. Doctor  y Profesor de Lengua y Literatura
Aunque hayamos cambiado de siglo, el pasado sigue vivo en lo que Rainer María Rilke llamó “hombres crepusculares”. Personas que nacimos en un tiempo que pasó, que vivimos cosas que ya sólo perduran en el cine, en las novelas, y en el recuerdo.
Sin utilizar el término, Lajos Zilahy, en Dos cautivos –Editorial Funambulista- nos relata un tiempo y un modo de hacer que sorprenderán a nuestros lectores más jóvenes. Sin duda, la historia de amor entre Péter y Miett, nada tiene que ver con los nuevos usos y costumbres, que ni mejores ni peores, son totalmente distintos hoy en día.
Lo que es universal e intemporal es el sentimiento, y eso mostrará con maestría Lajos Zilahy que destaca por ser uno de los grandes narradores del siglo XX. Las sensaciones que experimentan los protagonistas son tan universales, que es casi seguro que cualquiera que las lea se sentirá identificado.
Sin embargo, la forma de canalizarlas, la contención, guardar las maneras, las célebres carabinas, servirán para que los lectores conozcan el mundo que desaparecía en el siglo XX, el de los abuelos de los que hoy somos “hombres crepusculares”.
Es de justicia mencionar la traducción de Francisco Oliver Brachfeld, bajo la revisión de Anne Mayo Herczig, que nos dejan una edición definitiva de la obra sin las amputaciones que sufrió en otros tiempos.

Hay que decir que Lajos Zilahy ya era un autor de muchísimo éxito en los años 60 de la pasada centuria, y que gracias a la gentileza de la editorial Funambulista hoy podemos disfrutar nosotros sin los recortes de antaño. Les aseguro que nuestros padres, que hoy podrán releer sus libros de juventud con otros ojos, también tenían buen gusto para la literatura.
En el aspecto formal, las 731 páginas del libro, lejos de dejarnos exhaustos, nos abrirán las ganas de comprar otro libro del autor húngaro. Conscientes de ello, han creado la Biblioteca Lajos Zilahy para saciar nuestros deseos.

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