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La fórmula preferida del profesor, poesía y matemáticas desde Japón

Detalle de la portada de La fórmula preferida del profesor, editorial FunambulistaUna autora japonesa y un argumento basado en las matemáticas. ¿Es posible que la combinación resulte interesante? Sí. Aunque lo más fascinante es que se trata también de una de las novelas más sencillas y bellas de cuantas han caído en nuestra mochila este verano.





Pasamos tanto tiempo esperando grandes acontecimientos, o momentos que creemos fantásticos, que nos olvidamos de que la felicidad, la que sirve para apuntalar los recuerdos de la vida, está en las cosas pequeñas de cada día. No es broma. Ni una fórmula simplista y manida.
En Oriente parecen tenerlo más claro. Y quizá por eso el haikuYoko Ogawa, solapa de La fórmula preferida del profesora, editorial Funambulista, experimento poético nipón por antonomasia, se basa en esa fórmula… Fórmula tan sencilla y directa como la de cualquier ejercicio matemático…
Otra cosa es que los ojos profanos sean capaces de percibir la sencillez y, claro, la belleza de las dos cosas: del poema y de los números, de la chispa de unos deberes compartidos, de una cena sencilla pero sabrosa, de un regalo envuelto con todo el cariño.

Si Nieves Conscontrina le dedica uno de sus últimos libros a sus profesores de Historia por no haberla sabido sumergir en sus apasionantes misterios, La fórmula preferida del profesor, de Yoko Ogawa, debería ser lectura obligada para todos aquellos maestros que en lugar de enseñarnos a abrazar los números nos han obligado a temerlos; también para quienes sudaban tinta a la hora de afrontar el problema de los trenes que salen de A y B o las integrales. De todo ello surgen cosas prácticas y de las que, en ocasiones, nos aprovechamos a diario.
 Interesante reflexión la del epílogo aunque más emocionante es el redescubrimiento que se va haciendo de las raíces cuadradas y las fórmulas más básicas…
 Tranquilos, porque tampoco se trata de un cuadernillo Rubio (¿existen todavía?) si no de una historia tierna, sencilla, crujiente y cercana, la de una madre soltera que trabaja como asistenta, su hijo, amante del deporte japonés por excelencia (el béisbol), y un profesor lumbreras aquejado de una extraña dolencia que limita su capacidad de recordar a 80 minutos (aunque esta última característica parece disiparse hacia el final). LEER MÁS

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