August Strindberg - Banderas Negras
Extremo Strindberg, templado Söderberg
SERGIO RODRÍGUEZ PRIETO
Narrativa. El hondo proceso de modernización que transformó
Suecia en el penúltimo cambio de siglo tuvo su reflejo en la literatura,
como cabía esperar, aunque a la burguesía no le solía gustar demasiado
la imagen que el espejo en cuestión le devolvía y, haciendo justicia a
sus acusaciones de hipocresía, recibió con gran escándalo a los
escritores que hoy constituyen la columna vertebral de su cultura. Por
aquel entonces August Strindberg ya había regresado sano y salvo -o al
menos eso decía él- de su "Inferno" particular, y aunque empezaba a
gozar en su tierra natal de parte del reconocimiento que merecía, todos
esos años de exilio voluntario habían hecho que otros escritores de
menor talla artística pero mayores habilidades mundanas se colocaran en
el primer plano de la escena literaria. Ese pudo ser el caso de Gustaf
af Geijerstam, escritor y periodista que se había erigido en la figura
central del movimiento generacional "la joven Suecia" y que en su día
llegó a ser comparado con el mismísimo Goethe. El elogio desató la ira
de August Strindberg, quien únicamente le reconocía talento para la
manipulación y la mentira y que, a pesar de una supuesta vieja amistad
-o precisamente por ello-, acabaría retratándole como Lars Petter
Zachrisson, el arribista zafio, chupasangre y sin escrúpulos que
protagoniza
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