El señor de los pájaros, de Yoko Ogawa, en Letras en Vena

Yoko Ogawa lleva a sus espaldas una larga trayectoria como novelista, tratando, a lo largo de sus publicaciones, de alejarse de los escritores de best sellers que a menudo, gracias a una gran campaña de marketing, logran posicionar sus novelas entre los primeros puestos de ventas. No obstante, conviene distinguir cantidad de calidad. Los best sellers constituyen el fast food de la literatura. De fácil lectura, lenguaje sencillo y accesible al gran público, con una trama entretenida que engancha al lector, logran embaucar a miles de lectores que lo recomiendan en cualquier tertulia. Pero como el fast food, más que nutrir matan el hambre. En el caso de Yoko Ogawa asistimos a un fenómeno curioso, pues lejos de ser novelas diseñadas para convertirse en un best seller y lograr un rápido incremento de los beneficios de editorial y escritor, sus novelas muestran una escritura muy personal, dulce y poética, haciendo que disfrutemos con cada una de las palabras que leemos y que nos emocionemos con los personajes que construye, logrando que sus libros lleguen a un amplio público. Y, sin embargo, estas novelas logran convertirse en un fenómeno de ventas, demostrando que la literatura de autor, entendida como una literatura personal, intimista, alejada del marketing editorial, puede convertirse en un fenómeno literario.
Sus novelas, según confiesa ella misma, se inspiran en clásicos de la literatura de una enorme emotividad, como El diario de Ana Frank o en las personalísimas e inclasificables novelas de Kenzarburo Oé, quien es capaz de mostrar una delicadeza y ternura propia de un poeta junto a una prosa cruel y cruda en la que describe sin tapujos los peores instintos del ser humano. Yoko Ogawa combina los elementos más sutiles del carácter humano con una prosa sutil y penetrante. La novela que reseño en esta ocasión, El señor de los pájaros, es una muestra de este estilo. Ogawa, como hace Hayao Miyazaki en sus películas, consigue mezclar en un mismo relato la poesía, la compasión, la ternura y la fábula, siendo capaz de incluir matices de realismo, con algunos puntos macabros y desasosegantes que sacuden al lector.

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