Entrevista a Miguel Sáenz, autor de "Territorio"


CATI CLADERA
Académico de la RAE, jurista, escritor, y el mejor traductor del alemán al castellano de las últimas décadas, Miguel Sáenz es casi una leyenda gracias, entre otras cosas, a la tarea inverosímil de haber traducido la obra completa de Thomas Bernhard (y añadan a Grass, Kafka o Rushdie). En 2017 ha publicado la excelente Territorio (editorial Funambulista), que recrea su infancia en Ifni, Marruecos, como hijo de un militar de alto rango destinado en ese paisaje desértico cruzado por dos culturas muy diferentes.
Según Nicole Brossard, el motor del traductor es la curiosidad hacia el texto del otro...
Si uno es aficionado a los libros y conoce varios idiomas, traducir es algo casi tan automático como hablar. En mi caso, empecé traduciendo para las Naciones Unidas un tocho de Derecho Administrativo alemán, ¡poco tenía que ver con la curiosidad! Y mi primera traducción literaria me la propuso Jaime Salinas: Carta breve para un largo adiós, de Peter Handke. Él se empeñó en que yo sabía alemán, algo que en ese momento era discutible, y empezó a proponerme trabajos como ese. Desde luego, cuando acabé su encargo de las seiscientas páginas de El rodaballo, de Grass, Jaime había conseguido tener razón: ¡al fin sabía alemán de verdad! Claro, es que la teoría de la traducción apenas tiene interés, y eso que alguna vez la he impartido como profesor. Lo único que cuenta en este oficio es la práctica.
Leyendo su biografía de Thomas Bernhard o su novela-memoria Territorio, cuesta imaginarlo dando clases: su tono nunca es profesoral ni académico.
Es que a mí no me gusta demasiado dar clases, ¡lo que me gusta es dar una conferencia, cobrar y marcharme! Pero durante un año, en la Complutense, ocupé la plaza docente que antes contó con Agustín García Yebra, y luego Javier Marías, y me lo pasé muy bien. Lo único malo era que yo trabajaba cinco veces más que los alumnos. Me encantaba traducir en grupo con gente joven, porque tenían ideas extraordinarias.
Félix de Azúa dijo que Miguel Sáenz traduciendo a Thomas Bernhard había sido el prosista en castellano más influyente de su generación. ¿La reconoce correcta?
No conocía esta declaración, y reconozco que tengo que invitar a Azúa a una copa. Pero veamos: yo escribí un artículo titulado Los hijos de Thomas Bernhard, en referencia a todos los autores castellanos que recibieron su influencia y la asimilaron bien. Esa influencia fue cuantitativamente más llamativa en Argentina. Pero hagamos dos matices: es Bernhard quien interesa a todos esos escritores; y hay que distinguir entre quienes han sabido incorporar esa admiración hacia él en un estilo propio, y quienes no han sido capaces de superar la mera imitación. 
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