Cuando a Cela lo acusaron de plagio tras ganar el Premio Planeta
En octubre de 1994, el día de la
festividad de Santa Teresa como todos los años (decisión del fundador de
la editorial por ser el nombre de su esposa), Camilo José Cela
se alzaba con el Premio Planeta, dotado entonces con cincuenta millones
de pesetas, el galardón literario más importante en España en cuestión
económica. La novela llevaba por título La cruz de San Andrés.
En las semanas previas a la noche del fallo se venía ya especulando con la posibilidad de que el galardón fuera a manos del escritor gallego. Unos meses más tarde, una maestra coruñesa, escritora de cuentos infantiles, Carmen Formoso, leyó la obra de su ilustre paisano y a poco le da un ataque cuando comprobó que esa historia que Cela contaba le era absolutamente familiar. ¡Y tanto, porque la trama era idéntica a la que había vivido ella misma y algunos de sus antepasados y que plasmó en otra novela… ¡que envió a la editorial que convocaba dicho Premio Planeta!
[...]
Casi nadie se ha vuelto a acordar de aquello, excepción hecha del periodista Tomás García Yebra, riguroso analista de la obra celiana. De él es Madera de Cela, excelente, amenísimo ensayo que hemos tenido ocasión de leer este verano, de la editorial Funambulista. Lo recomiendo.
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En las semanas previas a la noche del fallo se venía ya especulando con la posibilidad de que el galardón fuera a manos del escritor gallego. Unos meses más tarde, una maestra coruñesa, escritora de cuentos infantiles, Carmen Formoso, leyó la obra de su ilustre paisano y a poco le da un ataque cuando comprobó que esa historia que Cela contaba le era absolutamente familiar. ¡Y tanto, porque la trama era idéntica a la que había vivido ella misma y algunos de sus antepasados y que plasmó en otra novela… ¡que envió a la editorial que convocaba dicho Premio Planeta!
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Casi nadie se ha vuelto a acordar de aquello, excepción hecha del periodista Tomás García Yebra, riguroso analista de la obra celiana. De él es Madera de Cela, excelente, amenísimo ensayo que hemos tenido ocasión de leer este verano, de la editorial Funambulista. Lo recomiendo.
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