"El barón de Nicastro" también en Sonograma Magazine
El abogado y escritor Ippolito Nievo (1831-1861), nacido en el seno de
una familia de la antigua aristocracia italiana, luchó por la
independencia de la república de Venecia, ocupada por los austriacos, y
destacó, a pesar de su muerte prematura, por su abundante obra literaria
que abarcó diversos géneros. Escribió poemas, ensayos, cuentos y
sobretodo, narrativa.
Pasó su infancia en Udine, y durante las vacaciones se trasladaban a un lugar cercano al Castello di Colloredo di Montalbano, un lugar que despertó la imaginación del pequeño Ippolito. Años más tarde, contrariando la voluntad de su padre, el joven Nievo se dedicó a la literatura y al periodismo. A pesar de su corta vida, llegó a escribir para varios periódicos provinciales donde se dio a conocer por su interés en las causas políticas.
Su obra más conocida fue Confessioni di un italiano, publicada póstumamente, pero hay que reconocer que nada tiene que envidiar la encantadora novela, El barón de Nicastro, una fábula que Gian Luca Luisi acaba de traducir por primera vez al castellano para la Editorial Funambulista.
Cuenta el narrador que en Cerdeña, en aquellos años tan dichosos, vivía como un ermitaño el barón Camillo de Nicastro, se podría decir que vivía todo menos feliz.
A pesar del linaje de sus antepasados, que obedecieron ciegamente al dictamen gentilicio, Camillo no se sentía afortunado. Se dedicaba a leer los documentos que se encontraban en la biblioteca de sus ancestros, estudiando «el verdadero valor de los hombres y de las cosas». Sus cortas expresiones demostraban siempre su malhumor, decía y gruñía: ¡Cáspita! ¡Diantres!¡Caray! ¡Oh barbarie ratonesca!, mientras leía el manuscrito de su antepasado, Clodoveo Nicastro, muerto en el año de gracia 1111.
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Pasó su infancia en Udine, y durante las vacaciones se trasladaban a un lugar cercano al Castello di Colloredo di Montalbano, un lugar que despertó la imaginación del pequeño Ippolito. Años más tarde, contrariando la voluntad de su padre, el joven Nievo se dedicó a la literatura y al periodismo. A pesar de su corta vida, llegó a escribir para varios periódicos provinciales donde se dio a conocer por su interés en las causas políticas.
Su obra más conocida fue Confessioni di un italiano, publicada póstumamente, pero hay que reconocer que nada tiene que envidiar la encantadora novela, El barón de Nicastro, una fábula que Gian Luca Luisi acaba de traducir por primera vez al castellano para la Editorial Funambulista.
Cuenta el narrador que en Cerdeña, en aquellos años tan dichosos, vivía como un ermitaño el barón Camillo de Nicastro, se podría decir que vivía todo menos feliz.
A pesar del linaje de sus antepasados, que obedecieron ciegamente al dictamen gentilicio, Camillo no se sentía afortunado. Se dedicaba a leer los documentos que se encontraban en la biblioteca de sus ancestros, estudiando «el verdadero valor de los hombres y de las cosas». Sus cortas expresiones demostraban siempre su malhumor, decía y gruñía: ¡Cáspita! ¡Diantres!¡Caray! ¡Oh barbarie ratonesca!, mientras leía el manuscrito de su antepasado, Clodoveo Nicastro, muerto en el año de gracia 1111.
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