El Premio Herralde de Novela (Jordi Bonells) en el blog Desde la ciudad sin cines
El premio Herralde de novela, por Jordi Bonells
Editorial Funambulista. 186
páginas. 1ª edición de 2012.
La primera vez que supe de la
existencia de esta novela fue en el espacio correspondiente a los comentarios de
una entrada en el blog La medicina de
Tongoy. Allí alguien interpelaba a los contertulios habituales: ¿Habéis leído El premio Herralde de novela de Jordi Bonells? Frase que yo
interpreté literalmente: en algún momento, alguien llamado Jordi Bonells,
presumiblemente en los años 80 o 90, había ganado el premio Herralde de novela
y esa persona lo estaba reivindicando; porque la otra hipótesis que vino a mi
mente la deseché de inmediato: un tal Jordi Bonells acababa de ganar el premio
Herralde de novela y yo aún no me había enterado. No podía ser, el Herralde se
falla en noviembre y debíamos de estar en abril. Algo después supe que El
premio Herralde de novela era el título de la novela de un escritor
llamado Jordi Bonells (Barcelona,
1951), y que no estaba publicada en Anagrama
sino en la editorial Funambulista.
Uno de esos nombres que tenía en mi lista de editoriales pendientes. Ya les he
echado un ojo también a dos autores que tienen en catálogo de Ecuador, país del
que no he leído a nadie, y dado mi interés por la literatura hispanoamericana y
mi pasión por las colecciones, la completitud y las listas, me gustaría
acercarme a alguno de ellos.
Busco información sobre Jordi
Bonells y, aunque hasta la publicación de este libro no me sonaba su nombre, me
empieza a parecer alguien interesante: finalista del premio Herralde en 1988
con su novela La luna, y por tanto autor publicado en Anagrama (lo que para
mí siempre ha sido una credencial), que además en algún momento decide dejar de
escribir en español para hacerlo en francés, idioma en el que publica
originalmente dos novelas –La segunda desaparición de Majorana
y Dios
no sale en la foto–; y del que Funambulista ha publicado otra novela
titulada Esperando a Beckett, autobiográfica, como acaba resultando ser El premio Herralde de novela.
Ya se nos avisa en El premio Herralde de novela que hay
ciertos temas sobre su pasado en los que el autor no va a indagar más, puesto
que ya lo hizo en su anterior libro Esperando
a Beckett. En la presente novela Bonells se plantea inicialmente recordar a
los hijoputas de su vida, que son tres:
un profesor del colegio; un abuelo al que apenas conoció, pero cuya huella ha
dejado marcada a su madre y a sus tíos; y un alemán para el que trabajaba su
padre como chofer (un nazi de verdad). Y este recuento de hijoputas lo entiende como motor –o catalizador– de su vocación literaria:
“La pasión por los libros necesita un elemento catalizador para que se
transforme en vocación o en decisión de ser escritor. Ese catalizador es, en
muchos casos, la hijoputez. Sí, la hijoputez es un motor literario sin par. Si
de pequeño un hijoputa se te cuela en tu vida, cagaste. Y si son más de uno (es
mi caso) cagaste más. Aunque si luego vas a ser escritor, acertaste. Quizá una
cosa vaya con la otra. La escritura está servida” (pág. 25).
Esta excusa narrativa le sirve a
Bonells para hablarnos de parte de su familia: quizás los personajes de dos de
los tíos maternos, uno marino y el otro atracador de bancos y posteriormente
profesional de la lucha libre, sean las construcciones más intensas del relato;
y en ellos dos, en los modelos de huida de la hijoputez que ve en ellos, el autor intenta indagar sobre su propia
vocación literaria. LEER MÁS
Comentarios