6ª reseña en Espiral de Letras
La
mejor parte de leer una novela como esta, es sin duda alguna el poder
saborear con plenitud la belleza que esconde la unión de la literatura y
la ciencia. Poder tener el privilegio de cruzar una puerta y descubrir
ahí dentro cuánto se puede disfrutar con un libro como el que hoy les
reseño.
Yoko Ogawa nos adentra en la historia de una asistenta con mucha
intuición, un pequeño al que llamaremos Root (Raíz Cuadrada en inglés) y
un inteligente profesor de matemáticas con una memoria que solo tiene
80 minutos de vigencia. De ahí, partimos a un camino que nos llevará a
conocer las vivencias e incidencias de estos tres personajes.
Contada desde el punto de vista de la asistenta, se nos irá desvelando
una historia de conocimientos y sentimientos, en la que los números
juegan un papel principal. Narrando la magia de esa ciencia que nos
compone la vida a diario, y que sin ella no seríamos nada. Enseñándonos
la belleza del aprendizaje y la intuición, cuando de problemas
matemáticas se trate.
No me gusta desvelar más de lo obligado, y en este caso como no son
muchas páginas, corro el riesgo. Por ello, me limito a aclarar que en su
mayoría, La fórmula preferida del profesor, no es más que un
libro de segundos descubrimientos, de nostalgia, melancolía y afecto del
bueno. Soy estudiante de ingeniería, y este libro me gustó bastante
porque conjuga dos áreas que siempre intentan mantenerse alejadas pero
que una a la otra pueden llegar a complementarse con total éxito,
logrando un acabado admirable.
Me preguntaba yo gracias a qué truco de magia algunas palabras
ordinarias adquieren una resonancia romántica en cuanto son utilizadas
en matemáticas. En el número amigo, y también en el número primo gemelo,
se percibe precisión y a la vez una especie de timidez, como si se
hubieran escapado de un poema. La imagen aparece entonces de forma
vívida, y en ella los números se abrazan, o están de pie cogidos de la
mano, vestidos de la misma forma.
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Ahora entiendo perfectamente el éxito que ha tenido esta autora, pues
alcanzar tal producto no tuvo que ser del todo fácil. Entre páginas, se
puede palpar perfectamente el don que muchos profesores de matemática no
tienen y que mucha falta ha hecho a lo largo de los años. Estoy seguro
que si existieran más copias de este Profesor como libros de ficción en
el mundo, muchos más sucumbirían al encanto de los números.
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